Para Taide Larrache, las medidas para combatir el coronavirus han significado zozobra, angustia y el dolor de no haberse despedido de su padre, quien falleció en México, a más de 12 mil kilómetros del hotel donde la empresaria mexicana hoy se encuentra recluida.
La madre de familia viajó el pasado 9 de marzo a Jordania, en Oriente Medio, para visitar a su esposo, pero a la semana se enteró que su progenitor se encontraba delicado de salud y decidió regresar a su país. Ahí empezó su periplo.
EU cerró sus fronteras aéreas y lo mismo hicieron varios países europeos, por lo que una muchedumbre de viajeros varados empezó a buscar opciones y Taide con ellos. La opción más cercana era Estambul, Turquía, a mil 300 kilómetros de Jordania.
“Turkish Airlines era una locura para entrar, hacer fila… estaba a punto de comprar un vuelo para el jueves 19 de marzo, pero todo estaba muy caro y había mucha incertidumbre”, recuerda la empresaria, quien desde su encierro cuenta su historia para Notimex
Las noticias que Taide recibía de su familia en México sobre la salud de su padre no eran alentadoras y la situación, que ya era complicada, se volvió peor cuando le anunciaron que Jordania cerraría totalmente sus fronteras. La disyuntiva era complicada: su esposo debía regresar a su país y ella buscaba ver a su progenitor.
La vida, irónica, le dio la respuesta a la empresaria mexicana, pues su padre falleció y, ante la imposibilidad de tomar un vuelo y alcanzarlo el funeral, decidió acompañar a su esposo de regreso a su país.
“El domingo 15 de marzo nos enteramos que Jordania cerraría sus fronteras, entonces mi esposo tenía que regresar. Decidí ir con él, pues mi padre falleció y no quería correr el correr riesgo de quedarme varada en Europa”, señaló la cosmetóloga y cosmiatra por la UNAM.
Sin embargo, los obstáculos aún no terminaban. Al hacer los trámites para volar de regreso a Jordania, Taide se enteró que el gobierno ya no iba a aceptar el ingreso de extranjeros.
“Cuando documentamos el lunes 16 me enteré que no me iban a dejar entrar, pues sólo estaban dejando regresar a los ciudadanos de ese país y mi pasaporte es mexicano. Mi esposo tuvo que hablar con las autoridades y finalmente me dieron permiso para que yo abordara el vuelo”, recuerda la entrevistada.
Sin embargo, la tranquilidad y el alivio para la mexicana y su esposo jordano al poder subir al avión duraron apenas unos minutos, pues se les informó que no podrían ir a sus hogares porque serían puestos en cuarentena al llegar a su destino.
“Una vez en la puerta de abordaje un pasajero nos dijo que iríamos a cuarentena en el Mar Muerto. En ese momento, yo estaba preocupada de quedarme incomunicada y le pedí a mi hermano que avisara a la embajada de México, ellos le respondieron a mi hermano y se comunicaron conmigo”, explicó la comunicóloga egresada de la Universidad Autónoma de Nuevo León y madre de un joven de 21 años.
Eso no era todo. El viaje Turquía-Jordania fue uno de los peores que ha vivido Taide, una mujer de 44 años, que ama viajar, está apasionada por el Oriente Medio y se convirtió al islam hace 17 años.
“El día que supe de la muerte de mi padre volé a Turquía y tuvimos un aterrizaje de emergencia, nunca he tenido miedo de morir, sólo pensé “Dios por favor mi hijo no puede perder a dos familiares el mismo día”.
“La tripulación no siguió el protocolo de informar en inglés, fue mi esposo quien me dijo “será un aterrizaje de emergencia”. Pensé que bromeaba, hasta que vi al sobrecargo pararse sobre el asiento y dar las indicaciones para posición de impacto. Vi el miedo en su cara y entendí que las 10 vueltas inusuales que dimos sobre Estambul eran para gastar combustible; luego supimos que no funcionaba el tren de aterrizaje.
“Al fin aterrizamos, pero fue un vuelo muy tenso, la sobrecargo tenía una lista de los pasajeros y pasó uno por uno para que firmáramos nuestro acuerdo con las medidas del gobierno, yo no firmé”, explica Taide, quien sin embargo reconoce la labor y el buen trato que ha recibido del gobierno de Jordania, un país con alrededor de 10 millones de habitantes, sistema monárquico y ubicado en el convulso Oriente Medio, vecino de Irak, Israel y Palestina.
“El aeropuerto estaba vacío, una pasajera empezó a llorar y los demás la consolaban; las sobrecargos se veían agotadas y nadie nos despidió al salir del avión, los pasajeros estaban inquietos y molestos. Tardaron 2 horas en entregar el equipaje, era su forma de “dosificar” la salida, no vinieron a recoger a nadie porque la entrada ya estaba cerrada, nunca había visto el aeropuerto solo.
“Subimos a autobuses sin saber a dónde íbamos, los rumores decían que al Mar Muerto, otros decían que estaba lleno y que iríamos a Aqaba que está a 4 horas de Amman, la capital. El chofer no dio ninguna información. Salieron 4 autobuses rodeados por la policía y el Ejército”, explicó la mexicana.
Después de una hora viajando por carretera paramos en un hotel que se llenó; finalmente Taide y su esposo fueron hospedados en el piso 18 de Le Royal, un hotel de 5 estrellas ubicado en la ciudad de Amman, donde se encuentran desde el lunes 16.
“Nos han tratado muy bien, nos traen la comida, agua, café, té. El sábado fue Día de las Madres y me mandaron pastel. Al cuarto o quinto día pasó un médico a tomarnos la temperatura, hay médicos aquí que no han ido a su casa”, comenta la universitaria mexicana.
La vista desde el hotel es espléndida pero no deja de extrañar la presencia de gente en las calles. Desde el domingo 15 de marzo se suspendieron clases y se cerraron los centros comerciales, dos días después también se sellaron las fronteras.
“Ahorita hay toque de queda y nadie puede salir de sus casas, si tienen una emergencia tienen que llamar por teléfono al 911. Aunque no hay muchos casos de COVID-19 se están tomando medidas muy serias, pues los vecinos Irán e Irak sí tienen muchos casos. Egipto, Saudí Arabia y Emiratos Árabes también tienen toque de queda”, cuenta la única mexicana -y quizá extranjera- en esa cuarentena obligatoria.
“He estado en contacto con la embajada, pero no hay nada que hacer, más que esperar. Yo tenía regreso a México este jueves 26 pero no puedo salir, la frontera está cerrada. Todo lo que sabemos es que todos los que llegamos a Jordania estamos en cuarentena obligatoria, el lunes (16 de marzo) yo vi salir cuatro autobuses llenos y todavía faltaban vuelos por llegar”, cuenta Taide, quien ni siquiera puede ir a la casa de su esposo porque no les permiten abandonar el hotel.
Así, desde la ventana del piso 18, la mexicana observa la ciudad fantasma mientras piensa en los dos spas que tiene en México y por ahora están cerrados, en el hijo que desea abrazar y en la tumba de su padre, que aguarda por su visita postergada por un virus que puso al mundo de cabeza.
AR