Foto: Especial Aquí, en México ya se declaró la emergencia con la frase: “esta es nuestra última oportunidad”, para no caer en contagios masivos.  

Con la irrupción del Covid-19, millones de habitantes se han visto obligados a romper con la cotidianidad de sus vidas, adoptando como un producto de primera necesidad las nuevas tecnologías de la comunicación, incluyendo todas aquellas funciones y aplicaciones que utilizan como carretera de contacto el Internet.

A través de los espacios digitales, cientos de miles de personas transitan virtualmente para mantener sus actividades habituales, en un esfuerzo sin precedentes para tratar de frenar el contagio de este virus, que ya ha causado la muerte de más de 30 mil personas en todo el mundo.

Por ejemplo, el Papa Francisco, ante una Plaza de San Pedro vacía, realizó por primera vez la bendición Urbi et Orbi vía redes sociales, en una liturgia a la que se sumaron millones de personas en todo el mundo.

Lo mismo sucedió en días pasados con la reunión de los líderes del G-20, la que se realizó a través de una videoconferencia que enlazó a los Jefes de Estado y de Gobierno de una veintena de países, para tratar el tema de la crisis derivada de la diseminación global del Coronavirus.

En los planos más terrenales, cientos de miles de habitantes de las más distintas naciones del Orbe, incluyendo México, comenzaron a refugiarse en las aplicaciones tecnológicas para mantener cierta normalidad en sus actividades.

A través de videoconferencias, cientos de miles de empleados realizan sus quehaceres profesionales; mientras que comunidades enteras se enlazan vía Facebook, Instagram, Twitter, Hangouts o Zoom, entre muchas otras aplicaciones, para continuar operando a distancia en sus distintos ámbitos. Ante el encierro en casa y en el aislamiento para evitar más contagios, sociedades enteras se encuentran refugiadas, incluso atrincheradas, en la virtualidad del mundo digital.

En este ambiente de emergencia, millones de estudiantes de todos los niveles, toman diariamente sus clases en línea, en un esfuerzo por mantenerse en casa para disminuir la tendencia al alza de contagios de Covid-19, que hasta ahora registra casi 640 mil casos en todo el planeta, de acuerdo a cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Prácticamente, todas las actividades sociales y productivas sufrieron un cambio radical, dramático desde la irrupción de este virus, que en México ya cobró la vida de 20 personas y mantiene un rango de contagios 993 casos.

Nunca antes, la tecnología vinculada a la comunicación tuvo tanta relevancia no sólo para evitar contagios masivos, sino para mantener de alguna forma a flote los esquemas productivos en el mundo.

Aún así, el Fondo Monetario Internacional (FMI) admitió que las economías de todo el planeta ya se encuentran sumergidas en una profunda crisis, que comenzará a costar millones de empleos.

Son miles las personas que dejaron de salir a las calles, echando mano de las tecnologías de la comunicación para cubrir muchas de sus necesidades primarias. A través del teléfono o de alguna aplicación solicitan a distancia todo tipo de mercancías, desde alimentos hasta insumos para realizar algún trabajo en casa. Hoy, los grandes almacenes pusieron a disposición del público números telefónicos o de contacto vía Whatsap, para recibir pedidos y entregarlos a domicilio, no sólo para no perder clientes, sino para disminuir las probabilidades de contagios.

Sólo en México, son millones las personas que viven de los empleos informales, que no cuentan con ninguna garantía social. Las propinas constituyen su ingreso primario, el más importante.

De acuerdo con el INEGI, en agosto pasado la Población Ocupada Informal, que agrupa todas las modalidades de empleo informal no protegido y trabajadores subordinados que aunque trabajan en unidades económicas formales, lo hacen en modalidades fuera de la seguridad social, llegó a 30.9 millones de personas.

De ahí, que miles de ciudadanos se empleen como repartidores de las mercancías que solicitan cientos de usuarios de aplicaciones para entregar los productos solicitados a cambio de una pequeña remuneración.

Empleados de restaurantes –meseros, garroteros, lavatrastes, cocineros, entre otros trabajadores– se encuentran sumergidos ya en una crisis por falta de ingresos. Su supervivencia depende ahora en los usuarios de aplicaciones como Rappi o Uber Eats, entre otras.

Ahora bien, las empresas que prestan servicios de internet o streaming comienzan a registrar una bonanza sin igual, una vez que masivamente se utilizan sus plataformas no sólo para comunicarse sino para encontrar esparcimiento en el encierro que ya enfrentan poblaciones enteras.

Sin bien, las empresas de TV de paga abrieron muchos de sus canales a sus clientes sin un costo adicional, se comienzan a registrar un mayor número de contratos para escalar la capacidad de Megas para tener mayor capacidad en el acceso de datos y calidad en la imagen.

Amazon, el gigante de ventas por internet, ha tenido en esta crisis, un auge sin igual. Ante el cierre de tiendas y comercios, sus ventas en línea han escalado exponencialmente en todo mundo, y en México no es la excepción.

El panorama se presenta caótico por esta emergencia derivada por el Coronavirus, y ante el exhorto de no salir de casa expresado por el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, el uso de los sitios electrónicos para comprar, vender, como recurso para el trabajo o adquirir productos de primera necesidad será mucho más popular y demandado.

Aquí, en México ya se declaró la emergencia con la frase: “esta es nuestra última oportunidad”, para no caer en contagios masivos. El uso de los espacios digitales está dando un cambio dramático a las sociedades del mundo.

“Nada sería peor que declarar la victoria antes de que se gane… Ésa sería la mayor pérdida de todas. Por lo tanto, ampliaremos nuestras pautas hasta el 30 de abril para frenar la propagación”. dijo ayer el presidente Donald Trump

 

LEG