La Segunda Guerra Mundial era la única ocasión que no se disputó Wimbledon, y se debió a la invasión por parte de Adolf Hitler a las instalaciones del All England Lawn Tennis Club. El estadio más emblemático del tenis quedó prácticamente destrozado, y era imposible que hubiera tenis.
Para 1940 Adolf Hitler tenía a Europa prácticamente en la palma de la mano. Con la rendición de Francia y la toma de París lo único que quedaba en pie para tener el dominio completó era Gran Bretaña. Las fuerzas invasoras sabían que era imposible llegar hasta allí vía marítima porque la Royal Navy era demasiado poderosa. Como contraposición, la debilidad británica estaba en el aire, en donde las tropas alemanas se mostraban invencibles.
Mientas Londres era atacada por la Luftwaffe, el aristocrático All England se había olvidado completamente del tenis. Allí además de la 54Th East Surrey Regiment la Cruz Roja también tenía su asentamiento. Por supuesto que los ruidos de una pelota impactando contra una raqueta eran cosa del pasado y los tradiciones colores verde y violeta que la institución de Church Road adoptó como identificación por recomendación de un socio mutaron por el oscuro y deprimente verde militar. Por esos días ya no se veía más gente habida de ver tenis, sino que se podían encontrar soldados, heridos de diversa gravedad y también muertos.
El centenario torneo, o The Championships, como gusta denominarlo a los ingleses, se reanudó en 1946 tras la Segunda Guerra Mundial con sus instalaciones en pleno proceso de reconstrucción, por lo cual todavía se podían ver resabios de lo que había ocurrido allí.
A diferencia de Roland Garros, que según indican varias investigaciones fue un campo de concentración durante la Gran Guerra, para Wimbledon casi que es motivo de orgullo haber colaborado en la defensa de Gran Bretaña en uno de los momentos más álgidos que tuvo el conflicto bélico más importante del Siglo XX.
MGL