Ampliar el padrón de beneficiarios de los programas sociales ni genera empleo ni reactiva la economía.
Prometer que se aumentará el gasto público para fortalecer la economía no es tampoco un programa de rescate.
Prometer crear dos millones de empleos en nueve meses es, al menos, una irresponsabilidad, por llamarlo de alguna manera, dadas las proyecciones del daño económico que dejará la pandemia.
Estado Unidos había perdido, hasta el viernes pasado, 10 millones de empleos; 10 millones pese a ser la economía más importante del mundo.
No puede llamarse empleos, por ejemplo, a la ampliación del programa “Sembrando Vida’’, porque los campesinos que se adhieren reciben 5 mil pesos mensuales por permitir que en sus terrenos se siembren árboles frutales o maderables.
Es un jornal por el que no se paga seguridad social, no genera riqueza, es simplemente una ayuda económica para subsistir.
Además, ya se tenía programado el incremento de los beneficiarios para este año, luego de que el año pasado el programa fue un rotundo fracaso al no llegar ni al 20% de la meta programada.
El anuncio de los micro créditos para las pequeñas empresas o para los trabajadores del ISSSTE igualmente constituyen ayudas en lo inmediato, pero no resuelven el problema de fondo.
Tampoco lo harán los créditos del Infonavit con los que se pretenden detonar la industria de la construcción, una de las más afectadas desde hace dos años por la caída de la inversión pública en el sector.
Ni siquiera se puede tomar como paliativo el hecho de que López Obrador siga apostando a sus elefantes blancos como generadores de empleo: el aeropuerto en Santa Lucía -en manos del Ejército y por lo tanto, con un mínimo de civiles involucrados en su construcción-, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, cuyo construcción del primer tramo, informó el Presidente, se firmará el 30 de abril.
Perooooo el último tramo (430 kilómetros), se dejará sin licitar porque será asignado directamente al Ejército.
En síntesis, ni rescate de la economía ni del empleo; solo hubo rescate de su programa de Gobierno a costa de un país entero.
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Resulta impresionante como reaccionan los mercados ante los discursos de los políticos.
El peso se depreció frente al dólar no bien López Obrador había terminado de gritar su último ¡Viva México! y hoy tempranito veremos la reacción de otras económicas y de las calificadoras.
Lo cierto es que para el sector privado el informe del Presidente no fue sino un mensaje de “divulgación ideológica’’, como consideró Gustavo de Hoyos, presidente de la Coparmex, que no contempló ninguna de las acciones pedidas por el sector empresarial hace unos días durante una reunión con el mandatario.
¿Será que ahora sí habrá un antes y un después en la relación del Gobierno con los dirigentes empresariales, como Carlos Salazar, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial y a quien se calificaba como el intermediario ideal del sector privado con la Presidencia?
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La velocidad de contagio y muerte por coronavirus van en aumento cada día.
Aún no alcanzamos el pico de la curva que cada día se va alejando; primero dijeron que en la primera semana de abril, después que en la segunda y ahora que será en la primera de mayo, lo cual es más creíble.
Pero nada de que preocuparse si desde hace año y medio nos estamos preparando para eso y más.
¿O no?