Foto: Twitter @AguilasDeMxli Hoy hace 39 años, Fernando Valenzuela abrió el juego inaugural de la temporada 1981 e inicio el fenómeno que culminó con la Serie Mundial ganada por los Dodgers  

El 9 de abril de 1981, un joven lanzador de origen muy humilde y llevado desde México, dio su primera gran exhibición en el Major League Baseball con los Dodgers. En el juego inaugural de aquella temporada, el joven de 20 años y con el número 34 en su espalda, hizo ver un presagio que enloqueció a toda la ciudad de Los Ángeles. El nombre de aquel muchacho era Fernando Valenzuela.

 

El primer juego de la temporada del 81, no iba a ser en teoría para Valenzuela, sin embargo, el mánager Tom Lasorda, le dio al joven mexicano la confianza para iniciar el camino y no se equivocó, así como Fernando no lo defraudó.

 

El juego era ante los Astros de Houston en el Dodger Stadium. Valenzuela se paró en el montículo y comenzó con el repetorio de lanzamientos con una zurda que hizo vibrar a más de uno en México. Pasaron los innings, y la gente en las gradas celebraba más efusivamente los swings y los ponches que propinaba Valenzuela a los bateadores de los Astros.

 

 

De repente, los episodios pasaron tan rápido ante la efectividad del oriundo de Etchohuaquila, que sin más, se encontró al final de la ruta para completar su primer juego y en su primera apertura de la temporada. No sólo eso, propinó una blanqueada al no permitir ninguna carrera.

 

Cinco hits y dos bases por bolas permitió Valenzuela aquella tarde, aunque recetó cinco chocolates durante los nueve innings de su presentación como estelar y solista. La efusividad al término del partido fue tremenda, y las semanas que le siguieron, serían algo nunca antes visto en Los Ángeles y en las Grandes Ligas.

 

Valenzuela aperturó 25 juegos y terminó con récord de 13-7 con una efectividad de 2.48, lo que le valió parara ser designado como el mejor pitcher de la Liga Nacional, logró que llegó después de quedar inmortalizado en el corazón de los aficionados de los Dodgers al disputar la Serie Mundial ante los Yankees, el rival por excelencia y el que les debía varias cuentas.

 

Fernando se hizo un gigante el lanzar en el juego 3 del Clásico de Otoño de aquel año donde resolvió extraordinariamente los momentos de más tensión para poner la serie 2-1 con el triunfo que se adjudicó al tirar el juego completo y meter a los Dodgers a la pelea.

 

 

Los angelinos terminaron ganando la Serie Mundial, y Fernando como la estrella de aquel equipo que hizo vibrar a una ciudad y a todo un país, pues no había estadio en el que se presentara el Toro de Etchohuaquila que no estuviera abarrotado para verlo lanzar. La comunidad mexicana en Los Ángeles y el resto de a Estados Unidos presumía orgullosa al héroe azteca que tenía vuelto loco al beisbol.

 

A casi cuatro décadas de aquel acontecimiento que también hizo que las radios en todo México se sintonizaran para escuchar los juegos de Valenzuela, se sigue recordando al tímido lanzador que ponchó a adversarios más duros que los bateadores que encontró en su camino en la Grandes Ligas. Las carencias de prácticamente todo en su natal Etchohuaquila no frenaron su deseo de ser alguien que alcanzó, sin duda, horizontes más lejanos de los que nunca imaginó.

 

Hoy nuevamente se le ha reconocido el aporte deportivo y más allá del campo que dejó en el país más poderoso del mundo con una hermosa locura que se le denominó: Fernandomanía.

 

 

fahl