Alonso Tamez

Estos días han aparecido distintas iniciativas que promueven la revocación del presidente López Obrador en 2022. Algunas están mejor organizadas que otras, pero todas giran en torno a un mismo mensaje: hace mucho que el país no estaba tan mal.

 

El mecanismo de la revocación de mandato está en la Constitución desde noviembre de 2019 por iniciativa de MORENA. Sin embargo, las condiciones para su organización son complejas. Esta es convocada por el INE a petición de, al menos, 3% de los inscritos en la lista nominal —unos 2 millones 700 mil ciudadanos—. Y esta cifra debe incluir como mínimo el 3% de los electores de, al menos, 17 entidades.

 

Se podrá solicitar una sola vez por sexenio, durante los tres meses posteriores al término del tercer año de gobierno. En el caso de López Obrador, esto sería entre diciembre de 2021 y febrero de 2022. Por ello, la recopilación de firmas debería hacerse en las seis semanas entre el 1 de noviembre y el 15 de diciembre de 2021.

 

Si se cumplen las condiciones, el proceso de revocación sería en marzo de 2022. Para que este tenga validez tendría que participar al menos 40% de la lista nominal —unos 36 millones de electores—; y la revocación solo procedería si el 50% más 1 de los votos son contra el presidente. Esto quiere decir que si 48% vota a favor de la revocación, 42% en contra, pero hay 10 % de votos nulos, el presidente se queda. Esto incrementa el incentivo para promover el voto nulo de maneras legales o ilegales.

 

Más allá de tecnicismos, ¿la revocación propuesta por López Obrador podría ser su propia tumba? Eso pasa por dos cosas. La primera es la recuperación económica y del empleo tras el Covid-19. Si esta es larga y cruel, afectará la segunda: el desempeño de MORENA y sus aliados en la elección de 2021 para la Cámara de Diputados.

 

Todo indica que México no crecerá en el primer trienio de este gobierno. Por eso no es descabellado pensar que si el presidente siente que perdería una potencial revocación en 2022, quiera cambiar las reglas antes de las elecciones de 2021. ¿Por qué antes? Porque hoy MORENA y sus aliados tienen una mayoría calificada que les permite cambiar la Carta Magna y eliminar, o hacer aún más difícil, la revocación.

 

No obstante, si en 2021 pierden esa posibilidad, las reglas del proceso quedarían como están. Y no creo que López Obrador quiera ir a una revocación de mandato en el peor contexto económico en décadas y en la que no puede controlar las reglas. Si las iniciativas que promueven la revocación quieren prosperar, deben tener en cuenta los vericuetos para activarla, sí, pero también la gran importancia del 2021.

 

@AlonsoTamez

 

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