Por Ángel Álvaro Peña
Si cualquier otro candidato a la Presidencia de la República hubiera ganado las elecciones con el margen que obtuvo Andrés Manuel López Obrador, se hubiera extralimitado en sus funciones, ya que el porcentaje de votos le otorgaba mandato y no sólo Gobierno.
Ningún otro de esos candidatos a los que los mexicanos dieron la espalda en las urnas hubiera reformado la Constitución para revocar su mandato a la mitad del sexenio. No hay duda de ello.
Ahora, el presidente Andrés Manuel López Obrador planteó a la oposición adelantar la consulta de revocación de mandato, programada para 2022, para realizarla el mismo día de la elección federal intermedia de junio de 2021.
La persistencia de los adversarios para encontrar errores hasta donde no los hay, motivó esta propuesta, porque el jefe del Ejecutivo señala que, si sus adversarios políticos están de acuerdo, podría enviar una iniciativa de reforma constitucional para cambiar la fecha del ejercicio democrático.
Los adversarios saben que no son mayoría, pero sí tienen en sus manos los medios de información suficientes para parecerlo. Así que lo más probable es que se adelante esta fecha y la decisión estará, de nuevo, en la conciencia de los mexicanos.
No hay un solo adversario que no represente el pasado y eso no sólo se hace evidente por sus reclamos, sino por su origen y trayectoria.
Lo que surgió como un ejercicio democrático, donde se le otorga más participación a la población, ahora se convierte en una campaña política en contra de todo y a favor de nada y de nadie. Así lo plantean los adversarios que ahora mismo no sabrían qué hacer con el país.
Ese ejercicio democrático tiene el objetivo de que la población califique la actuación de los mandatarios, pero para que ese ejercicio sea completo y los ciudadanos tengan en el voto poder de decisión, esta revocación de mandato debería extenderse a los gobernadores, principalmente a los que llegaron al poder en las mismas elecciones que el propio Andrés Manuel López Obrador.
Algunos de ellos han hecho un verdadero desastre de sus estados, tal es el caso de Veracruz, donde sus habitantes merecían un mejor destino. Arrastrados por una suerte que les lleva todo este siglo padeciendo gobernadores saqueadores e ineptos, ahora su futuro está más en peligro que nunca ante la pasividad total de un grupo de colaboradores en el Gobierno estatal que sólo dan palos de ciego.
La improvisación de las actividades del Gobierno del estado de Veracruz es evidente dentro y fuera de su territorio, y pareciera que la condena a tener vacíos de poder durará todavía cuatro años más en la entidad.
Los veracruzanos, así como otros habitantes del país, podrían elegir si su mandatario estatal seguiría gobernando como virrey sin consulta ni beneficio social los próximos años.
Si en esa entidad no hay ahora Gobierno, lo mismo da que no haya nadie en el Palacio de Gobierno de Veracruz, porque de un Estado fallido a un estado sin gobernador ni gabinete no hay una gran diferencia.
La revocación de mandato debe ser en los estados, hay otros donde ya no aguantan a su gobernador y deben padecerlo muchos años más, es el ejemplo de Jalisco, del que ya hemos hablado en este espacio también.
Los mexicanos estamos preparados para este ejercicio democrático y mucho más.
angelalvarop@hotmail.com