Foto: Twitter @KAKA Hoy en su cumpleaños 38, Kaká se menciona como un mito pese a llevar muy poco tiempo en el retiro  

Si decimos Ricardo Izecson dos Santos Leite para hacer referencia a un futbolista, seguramente muy pocos sabrán la referencia de la maestría que porta este nombre; sin embargo si mencionamos el apodo Kaká, será muy raro entonces aquel que no sepa de quién se habla con tanta emoción cuando se relata el pasaje de sus días de gloria durante la primera década del siglo XXI.

 

Hoy en su cumpleaños 38, Kaká se menciona como un mito que si bien lleva muy poco tiempo en el retiro, para que hubiese sido hace más de 30 años que volaba sobre el campo. La expresión es la adecuada: volaba, porque al embestir al adversario con el balón en los pies, el tiempo pasaba como cuando se ve a una parvada liderada por un jefe cruzar con determinación el cielo.

 

No había mucho qué analizar de Kaká en su estado puro, sino disfrutarlo. Ahora bien, si se requiere el análisis propio de un técnico para encontrar la manera de frenarlo, es otra historia. Con una complexión espigada y 1.86 metros de estatura, el brasileño fue un dolor de cabeza para sus rivales desde que debutó en el São Paulo.

 

Poco tiempo pasó para que en Europa resonara su reputación labrada en Brasil y fuera una de las promesas a del futbol carioca más buscadas. Para 2003, el AC Milan fue el equipo que los sedujo más tras ganar la Champions League a la Juventus y contar con un grupo de jugadores que prometían más.

 

Apenas llegado a la Serie A, Kaká se convirtió en campeón del torneo junto con el AC Milan, además de que en su segundo año como rossonero, llegó a la final de la Champions League ante el Liverpool. Lo que pudo ser su consagración continental fue la voltereta más épica y de la historia dejando a los Reds como campeones y al brasileño y sus compañeros con una de las frustraciones más amargas.

 

Pero la revancha se dio y dos temporadas después de aquella trágica noche en Estambul, los italianos se desquitaron de los ingleses y levantaron su séptima Orejona. Cabe resaltar que Kaká fue el mejor de los rossoneri aquel año, lo que le valió ser el Balón de Oro. Esa premiación marcó un antes y un después en la historia del futbol, pues fue el último jugador que ganaba el trofeo antes de que Cristiano y Messi lo acapararan por toda la década siguiente.

 

 

COMIENZA LA DEBACLE

Con el regreso de Florentino Pérez a la presidencia del Real Madrid en 2009, el club merengue inició una reconstrucción que contó con Cristiano Ronaldo como pieza estelar y con Kaká como el gran complemento. La historia depararía algo muy distinto a lo que todos pronosticaron para el carioca.

 

Tras una primera temporada sin mayores alegrías, se determinó que la llegada de un nuevo técnico era imperativo. En 2010, Florentino fue por Mourinho, quien había ganado la Champions League con el Inter y aceptaba el reto de regresar a los merengues a los primeros planos.

 

Desafortunadamente para Kaká, fue el momento que marcó su descenso, pues con recurrentes lesiones, apenas y contó para Mourinho en las siguientes tres temporadas. Ganó la Copa del Rey en 2011 y la liga de España en 2012, pero no como uno de los grandes protagonistas del equipo madridista.

 

Volvió al AC Milan, donde ya era evidente su baja de juego y aunado a la muy mala situación del cuadro lombardo, la segunda parte quedó en el olvido. El cambio de latitudes fue lo mejor y la MLS fue el destino final del brasileño, ya que en 2017 anunció su retiró de las canchas tras jugar con el Orlando.

 

Kaká vino a ser el claro ejemplo de un talento descomunal que ascendió como pocos y que la fortuna no lo acompañó, robándole varios años de magia sobre el césped y dejando la pregunta: ¿qué otras grandes pinturas habría dejado si la camiseta rossonera hubiese seguido con él?

 

 

 

 

fahl