Estación Bellas Artes del Metro de la Ciudad de México: no hay boletos. El panorama luce desierto a las 9:00 horas. Pocas personas van y vienen. Quienes no tienen tarjeta de movilidad integrada o crédito en la misma, no pueden pasar. Las taquillas están cerradas, como las 38 estaciones que, a partir de hoy, también suspendieron el servicio.
Llegar a Bellas Artes desde la estación Chilpancingo es sencillo y más rápido de lo usual, pero en Lázaro Cárdenas, una estación antes de llegar al transbordo en Chabacano, una voz anuncia que allí no hay servicio. Se pasa de largo. Lo mismo sucede en las demás estaciones que han cerrado.
Al llegar a Chabacano, la gente sube y baja escaleras para dirigirse, ya sea a la Línea 8 o a la 2, con sus cubrebocas puestos. Ante el inicio de la Fase 3 de la contingencia por Covid-19, el gobierno capitalino determinó el uso obligatorio de éstos en el transporte público.
Los negocios en la estación de Bellas Artes y en Hidalgo están cerrados para evitar aglomeraciones de personas, pero afuera, los comerciantes hacen la lucha de llevarse, por lo menos, 100 o 200 pesos en el día.
Para Alondra López, quien vende comida afuera del Metro Hidalgo, la medida de cerrar las estaciones del Metro para evitar que haya mucha gente en la calle no funciona. “Si no pueden entrar a una estación, se van a la siguiente y ahora sí hay más gente”, opina.
Aunque su negocio se vio afectado desde el inicio del confinamiento, reconoce que en la última semana, pese a que fue el inicio de la fase 3 de la pandemia, las ventas han subido porque más personas han salido a la calle.
Roberto Díaz reafirma la opinión de Alondra. El hombre, que tiene un puesto de frituras afuera de la misma estación, comenta que del lunes hasta hoy, han habido más personas y mayor circulación de coches en la calle. El cierre de estaciones del Metro, dice, no le afectó, o por lo menos no en el primer día.
Cuenta que hoy, como todos los días desde que comenzó la cuarentena, la mayor afluencia de personas se vio de 8:00 a 9:00 horas y por las tardes de 16:00 a 18:00 horas. Después de eso, la ciudad muere.
La gente tiene que salir a la calle, opinan los comerciantes. No les da miedo el Covid-19, le temen más a quedar paralizados, que no los dejen hacer nada. Le temen más a carecer de ingresos para subsistir: “si no nos mata la pandemia, nos mata el hambre”, dicen.
MGL