Una de las características de la economía de mercado en la que nuestro país se mantiene inmerso desde hace tres décadas se expresa actualmente a través de la fragmentación de la producción por la vía de las cadenas globales de valor.

 

En la lógica neoliberal que ha sido ratificada con la reciente firma del T-MEC -el nuevo capítulo del TLCAN impulsado en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari- se pretende estimular lo que es ya una tendencia mundial de fragmentar los procesos productivos para aprovechar las ventajas competitivas que brinda cada país, reducir costos, hacer más eficiente el uso de recursos y fomentar la especialización.

 

Para citar un ejemplo sencillo, el ensamblaje de un automóvil requiere de insumos generados en dos o tres países, mismos que llegan a cruzar las fronteras hasta diez veces para llegar al producto final. De ahí la importancia para todos los países que integran este tipo de prácticas de mantener las citadas cadenas de valor.

 

La crisis sanitaria y económica provocada por la incontrolable expansión del Covid-19 ha generado importantes distorsiones en la producción industrial por el necesario cierre de plantas en el caso de las actividades consideradas como no esenciales. Esto ha tenido un impacto directo en las cadenas de valor que se integran en el marco del nuevo Tratado de Libre Comercio entre México, Canadá y Estados Unidos.

 

De ahí la preocupación de importantes cúpulas empresariales norteamericanas que han solicitado al Gobierno de México homologar con Estados Unidos los criterios de definición de actividades esenciales y no esenciales. Esto para no afectar los procesos productivos en tiempos de pandemia, particularmente en los sectores necesarios para poder asistir a la población.

 

Se trata, como respetuosamente se ha sugerido desde el otro lado de la frontera norte, de homologar los criterios mexicanos con los establecidos en aquel país a través de la Agencia de Seguridad Cibernética e Infraestructura, organismo que depende del Departamento de Seguridad Nacional.

 

Se ha sugerido a través de distintas comunicaciones oficiales y extraoficiales que nuestro país garantice a los fabricantes de componentes que hoy resultan esenciales poder continuar con sus operaciones y minimizar el efecto negativo que representa el cierre de actividades.

 

No cabe duda que México ha sabido mantener un fluido y fructífero canal de diálogo con los distintos niveles de Gobierno y organismos empresariales de Estados Unidos, que serán de vital importancia para mantener la productividad en los tres países que conforman uno de los bloques comerciales más sólidos del planeta.

 

Sin duda será este tipo de asociaciones estratégicas las que nos permitirán salir adelante una vez finalizada la pandemia que tiene al mundo en jaque.

 

Segundo tercio. Tenemos una posición geopolítica privilegiada que constituye una gran oportunidad para confrontar los efectos negativos del Covid-19.

 

Tercer tercio. Si la crisis sanitaria se extiende en México y en el mundo, no habrá programa de rescate económico que alcance para apoyar a las empresas y asalariados de la profunda recesión que comienza a dibujarse.

 

                                                                                                                                                  @EdelRio70