Uno de los hoteles más antiguos de Guadalajara debió cambiar de giro debido a la emergencia sanitaria. Dejaron de recibir turistas y ante la incertidumbre de cómo pagar sueldos, decidieron vender tamales para llevar y como promoción, decidieron donar producto a hospitales.
En 10 días han vendido más de 50 mil piezas y su modelo de negocio ya es buscado por empresarios de varios puntos del país. La idea que nació en una junta de trabajo para buscar ingresos con los cuales poder pagar el sueldo de sus 80 empleados, hizo que en menos de 24 horas el establecimiento se convirtiera en una empresa tamalera.
“Lo que entendimos rápidamente era que si teníamos que sobrevivir era por nuestro propio esfuerzo y sin echarle la culpa a nadie, nos agarró la crisis sin dinero y eso no es culpa del gobierno”, reconoció a Notimex el empresario Felipe Ríos, quien dirige el Hotel Fénix desde diciembre de 2016.
La primera opción puesta en la mesa era vender las televisiones de algunas áreas de la empresa, pero evaluaron que era una solución a corto plazo, después pensaron en los alimentos debido a que cuentan con una chef y dos cocineras, además de su restaurante La Tía Paz.
“Primero elegimos el producto, que conociera todo el mundo, que fuera con la identidad de nuestro restaurante, que la materia fuera fácil de encontrar, fácil de hacer, nutritivo, llenador, rico y ganó el tamal”, explicó el dueño del hotel, que comparte en sociedad con un joven al que le dobla la edad y con quien echó a andar la idea.
El Hotel Fénix se encuentra en el centro de Guadalajara, a tres cuadras de Palacio de Gobierno y a cuatro de la Catedral Metropolitana. Se inauguró en 1912 y Felipe Ríos, después de pensionarse, quiso experimentar la sensación de ser empresario y no imaginó que le tocaría enfrentar una crisis de tal magnitud.
“Este hotel ha aguantado de todo, desde la ‘Decena trágica’, la Primera Guerra Mundial, la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial, las explosiones del 22 de abril, pensamos que era otra crisis más y la íbamos a pasar fácilmente”, relató Ríos.
Pero no ha sido fácil, pero sí ha sido sorpresiva la manera de sortear la emergencia sanitaria provocada por el COVID-19. En menos de 24 horas dieron forma al nuevo negocio, produjeron cien tamales sin la esperanza de venderlos rápido debido a que no era su giro.
“Pusimos un video en las redes sociales y el primer día vendimos siete mil tamales. En diez días hemos vendido cerca 55 mil, de ellos la mitad para entregar en casa y entregamos dos mil tamales diarios a hospitales que donan los clientes”, afirmó.
Cada noche en redes sociales se hace un balance de los donativos entregados en el día a hospitales, asilos, casas hogar y orfanatos, s e agradece a los donantes y se adelantan las actividades del día siguiente.
Para Felipe Ríos, la clave fue lanzar una promoción altruista. Cada docena de tamales se vende a 180 pesos, si el cliente dona una cantidad similar, se le obsequian seis tamales. Los principales beneficiados son hospitales con atención de COVID-19, las clínicas 110,46 y 89 del IMSS, el Hospital Zoquipan y los Civiles de Guadalajara.
En la tarea participan 20 empleados de los 25 que trabajan de planta en el hotel en medio de la emergencia, quienes generan el ingreso para los 80 empleados de quienes dependen alrededor de 400 personas.
“El personal descansó desde marzo. Cuando echamos a andar el proyecto trajimos a la mayor cantidad de empleados posible, porque tenemos mayores de 60 años, mujeres embarazadas, hipertensos, gorditos, algunos viven lejos, a ellos no”, reconoció.
En los primeros diez días han cambiado de receta tres veces, se modificó el tipo de masa, las horas para envoltura y el tipo de amasado, además los envíos dejaron de ser gratuitos para poder costear los traslados. Han sido días de prueba y error
“Ya nos han pedido asesoría algunos empresarios, un tapatío reconvertirá su negocio para hacer pizzas, una persona de Cuernavaca lo hará con tamales y otro en un pueblo de Hidalgo, pero no se deciden si pizzas, tamales u otra cosa”, expresó Felipe Ríos, quien les ha advertido que “es una aventura bastante compleja”.
La experiencia ha dejado un aprendizaje que transformará su negocio de forma definitiva. Con la idea de mantener la venta de tamales y donativos crearán un punto de venta para mantener su labor altruista.
“Salvándonos de esta, vamos a ahorrar 10 por ciento de los ingresos mensuales para crear un fondo de contingencia, si lo hacemos dos años, la próxima contingencia nos va a agarrar con dinero para soportar un par de años, no nos puede volver a pasar”, concluyó.
aarl