¿Notaron la irritación del Presidente cuando se enteró de que los empresarios habían llegado a un acuerdo con el Banco Interamericano? Es cierto que tenemos un líder, digamos, propenso a la elocuencia. Digo, hay mañanera, mañaneras especiales los fines de semana y, hasta hace poco, giras constantes con discursos para las multitudes extasiadas, sin mencionar los videos en redes y el tuiteo frecuente. Aun así, pocas intervenciones públicas hablan tanto de la naturaleza del líder del ejecutivo como esa irritación.
Habla, primero, de la idea religiosa que tiene de su presidencia, una entidad todopoderosa y todoabarcante. No, no es un libertario. Lejos de ello, no le entra en la cabeza que la solución a lo que sea provenga de alguien diferente a su persona: “Aquí todos se salvan como yo digo”. No soporta que los grandes empresarios o Banxico tomen decisiones legales, justas, en ejercicio de su libertad, como, por las mismas razones, tampoco soporta que los empresarios pequeños y medianos sean la fuente fundamental de empleos que son. De ahí su negativa a endeudarse o a los paquetes fiscales, y de ahí sus créditos de 25 mil varos, con su nombre estampado en el documento. Y de ahí, claro, lo de meterle lana al petróleo o el aeropuerto. En su cabeza, los empleos saldrán de ahí, o sea de él, o no saldrán.
Pero el exabrupto habla también de su arraigada, instintiva pasión por la miseria. Dije antes que la llamada 4T no es ni fue nunca un proyecto de lucha contra la pobreza. Por el contrario, es una cara e inagotable forma de exaltación de la pobreza, con la obligada condena de todo aquello que sea próspero, bien hecho, no digamos lujoso. Este régimen irrumpió con despidos masivos en la administración pública y tiró a la basura el dinero de Texcoco, sin mencionar los empleos sacrificados.
Luego, le complicó el trabajo a las mujeres al arramblar con las estancias infantiles. Desde entonces, ha depauperado el sistema de salud, ha hecho lo posible para rebajar la calidad de por sí infame de la educación pública (no hay mejor vía de lucha contra la pobreza que la preparación), y ahora dispuso que los funcionarios pierdan el aguinaldo y la cuarta parte de su salario “voluntariamente” (aquí entran las risas a coro), como si tuvieran que pagar algún pecado por la vía de la depauperación. Sí, lo que es ético y deseable es el trapiche.
¿En qué se convierte un país cuyo Presidente lo abarca todo y usa todos los medios para combatir la prosperidad? En una fábrica de pobres.
@juliopatan09