A principios de abril, el Gobierno de Japón anunció la entrega de 300 mil yenes en efectivo a las familias de ese país que sufra merma en sus ingresos a consecuencia del coronavirus. Eso equivale a alrededor de 2 mil 800 dólares, casi 70 mil pesos mexicanos. La medida sería aprobada por el parlamento japonés.

 

Por su parte en España se debate lo que denominan Ingreso Mínimo Vital, que es un programa de ayudas económicas dirigido a personas que más lo necesiten y que oscila, de acuerdo al tamaño de cada familia, entre los 693 y 985 euros al mes, lo que corresponde en aproximadamente a 18 mil seiscientos y 26 mil cuatrocientos pesos mexicanos, respectivamente.

 

Estos dos casos, son ejemplo de medidas excepcionales que algunos países están  adoptando para hacer frente a las secuelas nocivas en la economía familiar que se ha generado en el mundo a consecuencia del Covid-19 o coronavirus. En esencia esto ha renovado el debate mundial sobre la necesidad de recurrir a la Renta Básica Universal u optar por medidas similares.

 

La diferencia entre la Renta Universal y las medidas adoptadas en Japón y España reside, fundamentalmente, en que la primera es un sistema de seguridad social que considera a todos los ciudadanos que reciben regularmente una suma de dinero por el mero hecho de serlo y las segundas son de aplicación a una población acotada por un periodo determinado.

 

Es importante mencionar que ninguna acción que se tome contra los efectos del coronavirus en la economía de las familias es la perfecta, pero lo que sí es necesario considerar es la urgencia de las decisiones para atajar el problema en lo inmediato.

 

En esta parte del continente americano los ejemplos al respecto son Estados Unidos y Brasil. En el primero, el parlamento aprobó fondos para que el gobierno entregue apoyos por 1,200 dólares, para compensar la caída de ingresos de sus ciudadanos. En tanto en Brasil se anunció la entrega de 115 dólares mensuales para casi 60 millones de trabajadores durante tres meses.

 

Con independencia de la denominación, sea Renta Básica Universal u otros nombres o modalidades, lo cierto es que la percepción mundial, sin importar la tendencia política, se inclina a la necesidad de implementar acciones urgentes bajo el argumento de inyectar apoyos directos en efectivo a los ciudadanos, como un mecanismo para enfrentar las desigualdades que la pandemia ha acentuado en el orbe.

 

En México este debate no es aún un tema que este puesto sobre la mesa, pero que sería apropiado empezar a explorar. Solo hay que tener claro que no se trata de sustituir programas institucionales, sino encontrar respuestas excepcionales a un problema excepcional.