Foto: Especial "Fue una bendición, con el paso del tiempo entendí que crecer junto a mi madre fue lo mejor que me pudo pasar"  

Este es un homenaje a todas las mamás: a las que unen a su familia, a las que decidieron adoptar y a las que dieron a sus hijos en adopción, a las que lo hicieron solteras, a las tías que nos criaron, a las abuelas que fueron madres por partida doble: hijos y nietos, y a todas y cada una de ustedes que forman a la sociedad mexicana. Gracias.

 

Maternidad adolescente

La maternidad tiene más caras que un kaleidoscopio y nunca seremos capaces de entender y valorar cada una de ellas.

Mi mamá tenía 16 años de edad cuando se enteró de que estaba embarazada de un chico de 19. Sintió miedo, desesperación y esperanza, nunca pensó en terminar su embarazo.

Mis papás se separaron cuando yo era niña, no tengo un sólo recuerdo de ellos juntos siendo felices. Fue una bendición, con el paso del tiempo entendí que crecer junto a mi madre fue lo mejor que me pudo pasar y no puedo sentir más orgullo por la persona que me crió: un mujerón.

Gracias a los padres que desaprovecharon la oportunidad de conocer la paternidad porque, sin duda, ser madre soltera no es fácil. Ellas se quedaron, fueron valientes y a la mía le debo mi vida.

Le resongué cada vez que no me dejó salir a jugar, si no me pagó las clases de baile, si mi ropa no era de marca y hasta que me metiera a clases de inglés; de chicos no entendemos que nos dan lo mejor que pueden, espero me perdone. Yo voy a tratar en una vida compensarle haberme hecho su prioridad dejando sus sueños de lado.

El castigo que más me molestaba de puberta era que los sábados me obligara a acompañarla a su escuela, tenía la edad que tengo ahorita y yo era el infierno hecho persona; ella estaba estudiando la carrera, trabajaba y lidiaba con mis hormonas.

Era muy estricta, supongo que el miedo de que yo fuera mamá joven la atormentaba o simplemente quiso que yo tuviera una vida más fácil a la que tuvo.

Hace pocos meses me pidió perdón por no haber sido la madre que yo hubiera querido y, entre lágrimas, dijo que era muy chica y no sabía qué hacer ni cómo educarme y la situación se le había salido de control.

Sacrificó su juventud entre pañales, barbies y berrinches. No podría estar más agradecida con ella, pues fue y seguirá siendo la madre que necesité y quiero siempre a mi lado. La vida nos puso bien juntas porque somos iguales, nunca vamos a estar solas, somos un equipo.

De ella aprendí a ser constante, aguerrida, a poner límites, a hacer las cosas a pesar de tener miedo, a pedir ayuda, a ser cariñosa y a valorar las oportunidades que tenemos para ser felices.

Hoy tengo 27 años y ella 44, seguimos peleando y riéndonos a carcajadas. Nos cuidamos una a la otra, somos lo único seguro que tenemos.

-Siempre juntas, mami. Nunca dejaré de verte como un ejemplo de resiliencia, fortaleza y amor.

 

 

 

Los tesoros de la tía (mamá) Eto

Ángeles Gutiérrez

Desde ya escucho la carcajada de mis sobrinos con solo leer el título de mi texto, eso es sólo un poco de lo mucho que hemos compartido.

Recuerdo que apenas tenía 18 años cuando la vida cambió. Mis cuatro hermanas y yo perdimos lo más preciado: a mi mamá y de ahí todo fue negro… muy negro.

No sé si eso influyó para que la maternidad nunca estuviera en mis planes o prioridades.

Había muchas cosas por hacer: terminar la carrera, conseguir un trabajo, superar la vida.

Como cientos, miles de mujeres, la maternidad simplemente no llegó a mí… bueno no de la forma tradicional y tras siete, ocho o nueve meses de “feliz” embarazo , fue de una manera más común, aunque poco apreciada: en la figura de una tía.

Mi primera sobrina llegó hace algunos “pisos”, Mariana, quien nació cinco meses después de la muerte de mi mamá para cambiarle el color a la vida; luego, su hermana Lily, siempre sonriente, traviesa, hermosa. Después, Quique. Él fue el primer sobrino varón de una familia matriarcal. Detrás Ale, el “único gordito” amado y simpático de la familia.

El quinto sobrino fue el Güero Cabrón de su abuelito, Julio César, ahora mi orgulloso y talentoso colega. Al final, mi Monis, mi amiga, cómplice, compañera de vida.

A través de esos chamacos chillones y traviesos he volcado ese “instinto maternal” que dicen que tenemos todas las mujeres… he probado el amor verdadero.

De los labios de uno de esos pequeñitos de ojos color miel disfrute, hace 25 años, esa palabra que hace que te dé un vuelco el corazón: mamá.

De mis TESOROS he recibido amor, atenciones y ¡hasta regalos por el 10 de mayo! Con ellos he viajado por el mundo, he jugado, he parrandeado y hasta peleado. Como todo buen hijo con su madre he saboreado sus triunfos y he sufrido por sus tropiezos. Con ellos he aprendido a disfrutar la vida… a no temer a la soledad.

Incluso, hoy, gracias a Lily, sé lo que es el amor de esa otra madre, la abuela, a través de ese pequeño pedazo de cielo que trajo a este mundo hace tres meses y a quien por la pandemia del nuevo coronavirus aún no tengo la dicha de darle un beso. El nuevo tesoro de la ahora tía-abuela, Patricio.

Hoy, tengo mucho que agradecer, no sólo a la vida sino a mis cuatro hermanas, porque me evitaron el dolor del parto, pero no la dicha de ser la Mamá Eto.

 

Madre y superheroína

Sofía Nery

Quise aprovechar este espacio para hacerte saber que durante los años que llevo compartiendo mi vida contigo, no he dudado ni un segundo de que eres la mejor mamá que me pudo haber tocado.

Siempre estaré agradecida y valoro con todo mi corazón cada esfuerzo que has hecho por mi. Cada segundo que has dedicado a escucharme y darme consejos, cada sonrisa, cada ejemplo, cada problema que me has ayudado a resolver, cada enfermedad que has estado pendiente de mi, por motivarme a cumplir mis sueños, y estar a mi lado en el trayecto y cumplimiento de mis más grandes metas.

Te admiro como madre y como mujer, tu valentía, fortaleza y dedicación son únicas.

A tu lado mis miedos desaparecen y siento que no hay nada imposible.

Escuchar tu voz en las mañanas es como saborear el café que me dará energía y motivación para empezar el día, y despedirme de ti por las noches me lleva a dormir con una plácida sonrisa, por eso quiero que sepas que simplemente el haberte conocido me hace sentir la persona más feliz y afortunada del mundo.

Espero algún día encontrar la forma adecuada para darte las gracias por todo lo que me has dado y demostrarte que los minutos a tu lado son mis más grandes tesoros.

Por último quiero decirte que sé que el cariño que sentimos una por la otra estará presente por siempre, incluso más allá de la vida, porque te elegiría un millón de veces más.

Te quiero mamá.

 

Madre por reproducción asistida

Claudia Cervantes

Estoy escribiendo un libro de cómo vencí el miedo a ser mamá y tomé la decisión de hacerlo soltera.
Fue un proceso de dos años aproximadamente desde que se detonó en mí el deseo de tener un hijo pero no sabía de qué forma sería.

Un día fui a una clínica de reproducción asistida para congelar mis óvulos y asegurar mi descendencia, en el proceso me di cuenta que por mi edad debía definir el fertilizarlos para que si no resultaban embriones, pudieran extraerme más folículos. El doctor me dijo que si lo hacía en el futuro y fallaba, las posibilidades de convertirme en madre disminuirían.

Trabajé en ceremonias chamánicas mi llamado, en una obra de teatro que escribí, dirigí y actué para Microteatro que se llamó ¿Y por qué no?, la cual abordaba el tema de la esterilidad del hombre en una pareja y el planteamiento de recurrir a un donador de esperma. Luego llegó la oportunidad de tomar esa alternativa, fue difícil pensar qué le explicaría a mi hijo sobre su origen paterno, recurrí a Lucy Romero, una psicoterapeuta, me dio la respuesta y es que su papá es una persona altruista que donó su semilla para que yo pudiera darle vida.

Finalmente, las familias perfectas son aquellas que se fundan con amor, y bebé Santiago siempre será el más amado.

Mamá de cuatas

Frida Moreno y Leila Moreno

Mamá tú eres la mejor, para cuando todo esto del coronavirus se acabe te daré el súper mejor abrazo del mundo.
Eres la mejor mamá del mundo, no sé qué haría sin ti, si te tuviera que calificar te pondría un 1000000000000000000.
Te quiero muchísimo. Besotes.