Poco o nada a dicho el Gobierno sobre el “altruismo’’ de los grupos de la delincuencia organizada quienes, ante los ojos de la autoridad local, han regalado despensas a las familias pobres.
La única referencia que hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador data de hace por lo menos dos semanas cuando desde el púlpito de la mañanera les pidió “ya cálmense’’.
Obviamente no solo no se calmaron sino que ampliaron su territorio de acción.
Lo que hace la delincuencia organizada es crear base social y ni las autoridades federales, locales o estatales han podido o querido evitarlo.
No hace muchos días, circuló un video en donde se veía a un presunto delincuente repartir bolsas de despensa a una fila de mujeres justo en el centro de Zapopan a plena luz del día.
No era una zona marginada de esa ciudad, ni una colonia perdida, era el centro en donde se encuentra el letrero en coloridas letras que identifica a cada ciudad.
¿A poco no había por ahí una patrulla municipal o estatal o de la Guardia Nacional que detuviera al representante del CJNG?
La escena se repite en municipios de Jalisco, de Sinaloa, de Chihuahua y de otras entidades ante el pasmo de las autoridades.
Los mismo reparten despensas a nombre del “Mencho’’ del CJNG, que del “Marro’’ en Guanajuato o del “Chapo’’ en algunas zonas de Guadalajara.
La impunidad con la que se mueven estás células “altruistas’’ demuestra que la estrategia de seguridad del Gobierno federal -con la responsabilidad que le corresponde al municipio y al estado- no funciona.
López Obrador decía que en cuanto comenzaran a fluir los recursos de los programas sociales bajarían los índices de la delincuencia porque los jóvenes “ya no tendrían’’ incentivos para delinquir.
Y lo que es peor, muchas de las personas que recibieron sus despensas son también beneficiarias de los programas sociales del Gobierno federal.
El crecimiento de la base social de los grupos delincuenciales es un tema de graves consecuencias.
Ya lo hemos visto en Puebla, en Guerrero, cuando se trata de detener a presuntos delincuentes cómo la población, que ha sido beneficiada por esos personajes o grupos, es la encargada de bloquear la acción de la justicia.
Si la cuarentena se extiende, estos grupos también extenderán su radio de acción y su base social, lo que provocará la prolongación del clima de terror que viven muchas zonas del país.
Con despensas o sin ellas.
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La discusión ya no es si el Gobierno federal subestima el número de contagios o de muertos por Covid-19, sino en qué porcentaje.
Y es que entre las muchas contradicciones en las que han caído el subsecretario Hugo López-Gatell y su jefe, el presidente López Obrador, cada cifra, cada dato que ofrece en sus vespertinas conferencias dejan más dudas que certezas.
El Presidente insiste en reabrir algunos sectores a partir del día 17, en una semana, pero él mismo asegura que probablemente la “curva’’ dure hasta el 20 de mayo, contrario a la opinión de otros especialistas que recomiendan esperar hasta mediados de junio para decidir si ya es posible comenzar a retomar las actividades normales.
Esta semana, según el propio López-Gatell será la de mayor contagio y, por ende, de mayores bajas.
Lo peor que podríamos hacer será relajar las medidas de prevención tomando en cuenta las propias recomendaciones que salen de Palacio Nacional.
Hay que mantener la guardia en alto.
LEG