WASHINGTON.- Las compañías de petróleo, gas y carbón no desperdician una crisis y, aunque los Estados Unidos pueden estar comenzando a reabrir, para millones de estadounidenses la Covid-19 es un desastre no mitigado, porque miles de personas mueren todos los días y el desempleo se ha disparado, para la industria de los combustibles fósiles ésta es una oportunidad única.
Durante años, las compañías petroleras pudieron pedir prestado dinero barato de Wall Street contra la promesa de rendimientos futuros, y muchas asumieron más deuda de la que podían manejar, señala la lorganización Climate Reality, fundada por el exvicepresidente Al Gore.
Para las empresas centradas en el petróleo de esquisto bituminoso, el problema se redujo a lo que se llamó “el dilema de Fracker”, cuando en vez de usar las ganancias que producía la explotación por medio del fracking, las empresas siguieron perforando y tomando préstamos, por lo que el sector se convirtió en el mayor emisor de bonos basura en los Estados Unidos.
El resultado fue que “en diciembre de 2018, las compañías de fracking habían gastado aproximadamente un billón de dólares y sólo ganaron 700 mil millones de dólares, por lo que la tan esperada revolución del esquisto bituminoso en realidad no hizo dinero”.
Por otra parte, Climate Reality menciona que las compañías de carbón tampoco estaban en una excelente posición, ya que la electricidad generada por carbón cayó en 2019 a medida que los países recurrieron a fuentes de energía más limpias y comenzaron a actuar sobre los planes climáticos, lo que en los Estados Unidos orilló a ocho empresas a declararse en bancarrota.
De acuerdo con la organización climática, en 2020 la demanda de petróleo se desplomó, a medida que la gente se quedaba en casa y viajaba poco bajo restricciones de cuarentena, además de que Arabia Saudita y Rusia lanzaron una guerra de precios que inundó el mercado con petróleo barato, dejando a los productores luchando por encontrar un lugar dónde poner las cosas.
A finales de 2019, concluye Climate Reality, la industria miraba una montaña de deuda vencida entre 2020 y 2023, con inversionistas cada vez más recelosos para prestarle más, hasta que las empresas fueron excluidas del mercado crediticio, por lo que no pueden refinanciar y abrieron la puerta a una marejada de quiebras.
Pero con el proyecto de ley de recuperación (Ley CARES) que el Congreso aprobó el mes pasado para mantener viva la economía estadounidense, “las grandes compañías de combustibles fósiles vinculadas a la administración Trump comenzaron a obtener préstamos destinados a pequeñas empresas”.
Luego, la industria logró que la Reserva Federal aflojara las pautas para su programa de préstamos para permitir la aplicación de compañías con hasta 15 mil empleados o 5 mil millones de dólares en ingresos anuales.
Climate Reality considera que, desde donde se vea, se trata de un rescate, “y lo peor de todo, es un rescate para las compañías que alimentan la crisis climática y llenan el aire que respiramos con productos químicos peligrosos que aumentan nuestro riesgo de contraer la Covid-19”.
La organización confía en poder detener “este descaro de rescate y asegurar que los fondos de recuperación vayan realmente a trabajadores y familias, y no a los directivos con las conexiones correctas, ni a los inversionistas que respaldan los combustibles fósiles peligrosos”.
Presentada por el Senador Merkley y el Representante Barragán, la Ley ReWIND (Ley de Recursos Laborales, No Perforación) tiene como objetivo evitar que la administración “rescate a sus amigos de combustibles fósiles con fondos de la Ley CARES”.
La iniciativa pretende evitar que estas compañías utilicen los fondos de los contribuyentes para pagar viejas deudas; que los bancos usen dinero de recuperación para comprar participaciones en compañías petroleras; regalar derechos de perforación en tierras públicas, y brindar a las empresas un pase gratuito para perforar las tierras sin pagar regalías justas.
Para impulsar la aprobación de la iniciativa, Climate Reality inició una campaña de patrocinio y promoción, para pedir a los miembros del Congreso que defiendan a los trabajadores y a las familias, al oponerse al rescate de los combustibles fósiles.
MGL