Todos sabemos que en estos momentos no existe una vacuna para prevenir la enfermedad del Covid-19, y que la mejor manera para prevenir la enfermedad es evitar la exposición a este virus.
También nos han informado los expertos que se propaga principalmente de persona a persona, sobre todo cuando no se guarda la distancia apropiada. Ya hasta los más pequeños explican a los adultos que a través de las “gotitas” respiratorias que se producen cuando uno tose, estornuda o habla, nos podemos contaminar.
Esas partículas pueden terminar en la boca o nariz de quienes se encuentran cerca o posiblemente ser inhaladas y llegar a los pulmones.
Por lo anterior, millones de seres humanos nos estamos lavando las manos con frecuencia, con agua y jabón por veinte segundos, especialmente después de haber estado en un lugar público, o después de sonarnos. Y claro, muchos estamos guardados en casa.
También hemos hecho uso de desinfectantes o geles (que poseen al menos 60% de alcohol) y evitamos llevarnos las manos a los ojos, nariz o boca.
Un sector importante de la población sencillamente no puede quedarse en casa; o porque moriría de hambre, o porque es necesario su esfuerzo para combatir la pandemia, el tsunami económico y la escalada de violencia.
Pero, ¿qué pasó la mañana del martes 12 de mayo en Palacio Nacional? En la Ciudad de México están prohibidas las concentraciones de 50 personas para evitar el contagio, pero en la conferencia de prensa matutina se violó la regla.
Con motivo de la firma del convenio con la Fundación Teletón, el primer mandatario contó con diversos invitados que sumaron 75 personas en el Salón Tesorería. ¿Por qué carajos había 25 personas más?
Acaso ¿ningún colega se atreve a decirle a los funcionarios ahí presentes, que eso está mal? ¿tampoco a nadie se la ha ocurrido una especie de sorteo, para que todos los medios acreditados podamos mandar a nuestro representante, sin posibilidad de contagio?, ¿o de plano, seguir con el ejercicio, de manera virtual, aprovechando los avances tecnológicos?
Todos estaban como si nada, muy cerca del Presidente de la República, que no sobra decirlo, sería una tragedia que se contagiara (más allá de filias y fobias), ya que es una persona de edad avanzada, difícilmente la libraría, y su hospitalización y posible muerte pondría en jaque la ya muy debilitada economía nacional.
Hablemos claro, la desaparición física del Presidente López Obrador nadie la debe desear, ni si quiera los que lo odian, porque nos veríamos en medio de una lucha intestina, de pronóstico reservado.
Por ello, no le debe hacerle al héroe el Jefe del Ejecutivo, y debe cuidarse mucho más que otros, por el bien de la salud del país, la paz y la tranquilidad de la nación. Imagine usted, caro lector, la polarización aún más magnificada por una circunstancia así.
Encima del tabasqueño, el Canciller, y los secretarios de la Defensa Nacional, Marina y Salud, Marcelo Ebrard, Luis Cresencio Sandoval, Rafael Ojeda y Jorge Alcocer, respectivamente.
También, el subsecretario López-Gatell y los directores del IMSS, ISSSTE e Instituto Nacional de Salud para el Bienestar, Zoé Robledo, Luis Antonio Ramírez Pineda y Juan Ferrer, también respectivamente.
Por si fuera poca la tropa, la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum y el gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo, Fernando Landeros, presidente de la Fundación Teletón y tres colados más.
Pero ¿qué cree? nadie guardó “Susana Distancia” ni tampoco portaban un tapabocas, a excepción del titular del Ejecutivo del Edomex.
Carajo, ¿acaso no saben nuestras autoridades que podrían propagar el Covid-19 incluso si no se sienten enfermos? Todos deberían usar entonces una cubierta de tela en la cara, para proteger a los demás, y una vez más, para proteger a nuestras autoridades electas (como el Primer Mandatario) y a sus más cercanos colaboradores.
El único precavido, y el único que cumplió con la lógica ante la pandemia fue Del Mazo. Es más, su chofer, sus ayudantes y cercanos colaboradores pueden estar tranquilos que no los contaminará el jefe.
Y cuidado, algunos cercanos a López Obrador quieren su chamba, pero sin cuidarse no llegarán ni siquiera a las elecciones de 2024; por eso, Del Mazo, previniendo, vale por dos.
*Periodista, editor y radiodifusor
@GustavoRenteria
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