A pesar del efecto negativo que causaron las brigadas de cárteles del narcotráfico repartiendo despensas en zonas de población marginada y de que se anunció la participación directa de las fuerzas armadas en labores de seguridad pública, los medios siguen contribuyendo a las relaciones públicas de los grupos criminales.

Las inquietudes crecen: por qué la facilidad para salir a las calles con hombres armados, quiénes los tienen en el radar, existe o no algún radar contra los grupos delictivos, por qué nadie les hace algo, dónde están las autoridades, existe o no un control cuando menos de observación de los cárteles para saber sus pasos, donde está el mapa de riesgos del Centro Nacional de Inteligencia.

O, para decirlo en pocas palabras: los cárteles cuentan con el beneplácito gubernamental para sumarse a la política de bienestar social del Estado que el propio Estado no puede cubrir por la pobreza presupuestal.

Se esperaba una acción urgente y fulminante de las fuerzas de seguridad para impedir que los narcos laven sus rostros ensangrentados, pero los grupos delictivos andan muy movidos en las horas de confinamiento: reparten despensas, siguen traficando y pasean por las calles vacías de seguridad de muchas zonas de la República.

El Presidente de la República se reúne todos los días hábiles de 6 a 7 de la mañana para revisar la seguridad y ahí recibe reportes oficiales, no oficiales y de inteligencia, pero los pasos operativos no se dan con la misma facilidad. Ha bastado que un grupo haya salido a repartir despensas para que todos sigan el caminito. En tiempos de pobreza, los marginados viven agradecidos con los criminales y no con el Estado.

El caso de las despensas no es menor, pero el mensaje más grave radica en la impunidad de los grupos criminales para andar por las calles con armas de alto calibre sin que nadie les pida explicaciones.

 

Zona Zero

  • A reserva de que se confirme la nota y se den más informaciones, la exdirectora del Museo de las Momias de Guanajuato reveló la ausencia de 22 cuerpos embalsamados. Las autoridades municipales se hacen bolas con la explicación. También se ignora si fue obra del crimen organizado o de algún funcionario o exfuncionario corrupto. El caso es que la delincuencia no perdona ni a las momias, como si fuera una película del Santo, el enmascarado de plata.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

 

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