Los 3.000 diputados de la Asamblea Nacional Popular (ANP) se reúnen a partir de este viernes para la gran sesión anual en la que se celebrará el fin de la epidemia del nuevo coronavirus, que brotó en diciembre, y se realzará la figura del presidente Xi Jinping. En el poder desde hace siete años, el máximo líder chino enfrenta la crisis más grave de su gestión, acusado de haber reaccionado tarde ante la aparición del coronavirus a finales de 2019, que se propagó al resto del mundo causando más de 320.000 decesos y una catástrofe económica global. Pero con la clara disminución de la pandemia en su territorio, Pekín se erige como un vencedor de Covid-19, en comparación a los países occidentales, mal preparados desde un comienzo y donde la enfermedad sigue provocando estragos. En el marco solemne del Palacio del Pueblo, sede del parlamento chino en Pekín, el régimen podrá anotarse un punto en su guerra ideológica con Occidente. Esta sesión “brindará a Xi Jinping la ocasión de proclamar la victoria total en la ‘guerra popular’ contra el virus”, señaló la politóloga Diana Fu, de la universidad de Toronto (Canadá). Por primera vez desde la era maoísta, Pekín postergó la sesión parlamentaria que tendría que haber comenzado en marzo, como es tradicional. La sesión durará una semana en lugar de las dos habituales. Señales de que la epidemia no ha finalizado: se deliberará a puertas cerradas y la prensa seguirá la reunión en línea. Los pocos periodistas autorizados a estar presentes tendrán que pasar una prueba de detección y confinarse hasta conocer el resultado. El país, cerrado a los visitantes extranjeros desde fines de marzo, teme una segunda oleada epidémica, puesto que han aparecido nuevos casos en las últimas semanas.
Incertidumbre económica
El primer día, tradicionalmente dedicado al discurso del primer ministro, Li Keqiang, se espera que esté centrado en la economía, puesto que se ha registrado una fuerte caída del PIB (-6.8%) en el trimestre. Sin embargo, ante la debacle económica mundial, que afecta a las exportaciones del gigante asiático, Li podría abstenerse de anunciar un objetivo de crecimiento. Algunos expertos creen que versará sobre un objetivo de crecimiento limitado al segundo semestre del año en curso, o durante dos años (por ejemplo: 10% para 2020-2021). Las medidas de apoyo anunciadas por Pekín desde enero sólo representan 1,5% del PIB. Ante la emergencia, la ANP podría autorizar al gobierno a eludir el déficit presupuestario y decidir un empréstito especial, según el diario Global Times. Analistas citados por el diario en inglés creen que el ratio déficit/PIB podría aumentar al 8%, contra 2,8% el año pasado. Está claro que Pekín intenta reeditar el macro-plan de recuperación que lanzó tras la crisis financiera de 2008 (13% del PIB). “Nadie espera que China busque erigirse en locomotora mundial, como entonces. Si su economía logra recuperarse, será en un contexto con la demanda mundial estancada”, advierte un experto occidental. Puesto que la legitimidad del régimen depende en gran medida del crecimiento, la tasa de desempleo es algo muy preocupante y debe intentar soluciones tras alcanzar en febrero, el 6,2% en áreas urbanas. aarl