En días pasados, el Presidente de la República dio a conocer un documento en el que busca modificar la información base de toda economía, que es el Producto Interno Bruto (PIB), que se define como el valor monetario de la producción de bienes y servicios de demanda final de un país o región durante un periodo determinado, normalmente medido en términos trimestrales y/o anual.
Es cierto que al final el PIB no tiene contemplado algunas cosas, como la medición de una autoproducción y/o autoconsumo (riqueza producida y consumida en los propios hogares), la economía informal, que genera riqueza y consumo, pero no contribuye con la recaudación de impuestos para el Gobierno y sí tiene una participación importante dentro de nuestra economía. El voluntariado también es un servicio sin retribución económica, y probablemente existan más variables que no contabiliza.
El PIB es un dato material que efectivamente no tiene el nivel de calidad de vida o satisfacción. Sin embargo, algunos países, especialmente en Europa, tienen implementado diversos indicadores con una medición “paralela” al PIB.
Países como Islandia, Noruega, Dinamarca, República Checa, Bélgica, entre otros, aplican políticas sociales dentro de su modelo económico, pero con la diferencia de “cero corrupción”, servicios de primera categoría que incluyen salud y educación para “toda” la población, programas sociales para toda la población, el Gobierno no crea divisiones entre las clases sociales, existe la participación activa de empresarios con el Gobierno federal, entre otras cosas.
¿Se puede entonces llevar un modelo basado en cinco paradigmas?
Por sí solo “NO”. Se puede llevar junto con el desarrollo económico del país medido a través del PIB Nacional y del PIB Per cápita. Se pueden incluir las mediciones de democracia, un índice de justicia, un índice de la percepción de la corrupción, el coeficiente de Gini que considera la desigualdad en los ingresos dentro de un país, el índice de bienestar, entre otros, pero siempre en países en donde existe un crecimiento económico y un PIB per cápita creciente y al menos al doble o triple del valor de México.
Sería un proceso a largo plazo, pero requiere de una participación activa de toda la sociedad. El Gobierno debe pregonar con el ejemplo en todos los aspectos. Hablamos de honradez, austeridad, no corrupción, ambiente participativo con empresarios, educación y salud de primer nivel, entre otros puntos, y la sociedad, apoyando al Gobierno para lograr sus objetivos, el bien para “todos” y el trabajo hacia una mejor distribución de ingreso y riqueza. Una interacción de “confianza” entre las partes.
Estos indicadores de seguimiento existen. Se pueden seguir. Pero sería recomendable que el Gobierno federal determine la forma de calcularlos, empezando por la transparencia de la información y su metodología, para que cualquier persona o institución pueda seguirlos.
En el documento enviado por el Presidente, únicamente viene una gráfica al final del coeficiente de Gini que habla de la desigualdad y el PIB, pero no informa de cómo sería calcularlos.
@1ahuerta