Twitter causó una grave contrariedad en Donald Trump. La red social advirtió a los seguidores del presidente de Estados Unidos de su aseveración que enviar boletas por correo para que pudieran votar aseguraba un fraude electoral.

Un enlace llevaba a quienes leían el tuit de Trump a una liga en donde la información proporcionada por el mandatario estadounidense era desmentida.

En plena campaña, Trump busca controlar la elección de noviembre con las mismas tácticas con las que ganó, pero que hoy para el Covid-19 y las redes sociales le juegan una mala partida.

La furia del hombre de la Casa Blanca llegó al extremo de querer regular las redes porque “su libertad de expresión” se había conculcado.

Los mensajes “potencialmente engañosos” no son usados nada más por el presidente Trump. En nuestro país, los extremistas, unos que se autodeterminan como liberales y otros son identificados como conservadores, lo hacen de forma cotidiana.

Mentir en las redes es “normal”. Y si a alguien le caen en la mentira, su defensa puede ir de acusaciones de corrupto, conservador, vendepatrias, prostitutas, maricones o chayoteros, según el estado de ánimo de quien se vea descubierto en una mentira.

En el caso del presidente de Estados Unidos, el enlace que lo desmentía iba a una nota de CNN, a quien Trump ve como adversario político y generador de Noticias Falsas.

En México, los que se creen liberales, repudian a los medios tradicionales (de los que se sirven cuando sus intereses así lo dictan o como plataformas para darse a conocer) y sobrevaloran a las redes sociales. Y los adversarios, a los que identifican como conservadores, intentan usar las redes con poco éxito y son denostados por opinar en la radio, la televisión y la prensa.

En ambos bandos hay flujo de mentiras, de noticias falsas, de amarillismo. La guerra (in)civil que tomaron a las redes como campo de batalla cada día es más cruenta y cada día se superan unos a otros al grado de pedir la muerte del adversario.

Twitter, Facebook y las demás redes podrían ayudar a la democracia mexicana a retomar el rumbo y “etiquetar” todas aquellas publicaciones que, o no tienen sustento, o de plano son una gran mentira que busca desaparecer al adversario.

Así como sucedió con Trump, aunque se alegue “ataques” a la libertad de expresión, a los mentirosos e incitadores al odio hay que ponerles un alto.

La Letrina. El lunes regresamos a la calle. Lo haremos a ciegas, sin saber quien tiene o quien no tiene coronavirus. Pruebas, pruebas, pruebas fue la recomendación de la OMS. Pero en México, el científico -convertido en político. Hugo López-Gatell desestima el éxito de Corea del Sur, país que respondió a la pandemia con pruebas, millones de pruebas. La letalidad en México es de las más altas del mundo y aunque no le guste a López-Gatell, los muertos por SARS-Cov-2 que vengan después de la apertura, serán suyos, solo suyos.

 

                                                                                                                                                        @Fercoca