Desde España, donde el presidente Pedro Sánchez pugna por extender el estado de alarma hasta el 21 de junio y concluir el desconfinamiento el 1 de julio, Alejandra Báez y su familia planean el paulatino regreso a sus actividades… aunque con sus limitantes, pues su hija, la pequeña Hannah, regresa a clases hasta septiembre, y Alejandra, dedicada al alquiler de pisos turísticos, no encontrará mucho trabajo en estos tiempos, y ella lo sabe. Su esposo José se reincorporará a su oficina, en un diario español, hasta julio.

“Para el colegio, aún no se sabe si habrá dos turnos: la mitad de cada salón en la mañana, y la otra mitad en la tarde; ha cambiado nuestra rutina”, refiere la mujer, de origen mexicano, quien resalta aspectos de la nueva normalidad, “siempre salir con mascarilla en lugares concurridos ya es una parte de nosotros, cómo las llaves o el móvil, no podemos salir sin llevar con nosotros la mascarilla, guantes y gel desinfectante”.

En su memoria, narra, quedará por siempre el descontrol de marzo, cuando los niños ya no podrían ir a las escuelas, o la escasez de material sanitario para los médicos; así como las estrictas medidas de abril.

“Era muy duro saber de las muertes que había cada día y escuchar que pistas de patinaje sobre hielo se convertían en morgue porque no había suficiente lugar en los tanatorios”, comentó en entrevista para 24 HORAS.

“No había medicinas, no había respiradores y literal, los médicos decidían a quién ponerle el oxígeno, le daban preferencia a la gente más joven. No había lugar en los hospitales, no había camas aquí en Madrid. Se habilitó un hospital en el IFEMA, un lugar donde se realizan exposiciones. Los hoteles abrieron sus puertas para la gente que estuviera contagiada pero que no presentará síntomas. La gente realmente tenía miedo, hicieron compras de pánico jamás hubo desabastecimiento, empezaron a despedir a la gente que trabaja en PyMES, las grandes empresas de igual manera redujeron a su personal; y a los que se quedaron para poder teletrabajar les bajaron 25% el sueldo”, detalla.

El desempleo es crítico y las ayudas del Gobierno no son suficientes, agrega.

“Abril fue un mes negro, lleno de muerte, lleno de angustia por no saber qué futuro nos esperaría; el 11 de mayo empezaron a estabilizarse las cosas, se dejó salir a los niños, deportistas y adultos mayores en horarios escalonados”, recuerda.

A pesar de que las cifras de decesos y contagios en Europa, en general; y en España, en particular, van a la baja, algunas restricciones continúan.

El país ibérico ha sumado 239 mil casos, y 27 mil muertes, de acuerdo con el conteo de la Universidad Johns Hopkins.

“Aún no podemos salir de Madrid, ya pueden ir más personas juntas, siempre y cuando vivan bajo el mismo techo. Apenas se empiezan a abrir restaurantes, pero solo con servicio a domicilio. Y es obligado usar la mascarilla en lugares concurridos, no te permiten entrar a las compras si no usas guantes. Y en realidad vamos poco a poco retomando nuestra vida diaria, pero con miedo”, advierte Alejandra desde el Viejo Continente.

 

LEG