En su reporte mensual de mayo pasado sobre seguridad, el Gobierno de la República incluyó una gráfica que dice más que muchas palabras: la curva de los homicidios dolosos llegó a su pico en junio de 2018 con 3 mil 74 mensuales, tomando como punto de partida enero de 2015 con mil 354, un crecimiento de 127%.
Con oscilaciones mensuales, de diciembre de 2018 a abril de 2019, el promedio se podría situar en 2 mil 865 homicidios dolosos, con una disminución de -6.7%.
La gráfica sobre homicidios dolosos estaría indicando que la tendencia creciente registrada de 2015 a noviembre de 2018 entró a una tendencia horizontal, pero ya no vertical. Es decir, que hasta hoy existen indicios de que la violencia criminal aparece estancada.
Hacen falta seguimientos más analíticos para explicar las razones del control de la curva, pero sobre todo para saber los motivos de la disminución de homicidios si al final de cuentas los cárteles y bandas siguen operando a la luz del día y exhiben su fuerza con impunidad en vides o reparto de despensas.
Pero el hecho se localiza en la gráfica: se detuvo el crecimiento ascendente de la curva de homicidios dolosos.
Queda, de todos modos, el hecho de que existen zonas de nadie donde las bandas operan con impunidad criminal: de enero a abril Guanajuato se llevó la medalla de oro en crímenes: 1,534… y contando, seguido del Estado de México, Chihuahua, Michoacán y Baja California. Salvo la entidad mexiquense, los otros cuatro estados desdeñan a la autoridad federal, pero en el espacio local tienen a la delincuencia en actividad creciente. Y de todos, Guanajuato –con 13.3% del total de los homicidios dolosos– brilla por la violencia acreditable al Gobierno estatal y a los municipales.
La estrategia gubernamental de no perseguir delincuentes ha dado resultados cuantitativos, pero ahora falta la desarticulación de bandas para comenzar a decrecer de manera consistente la curva delictiva. Si se pusiera a Guanajuato, Michoacán, Baja California Sur y el Valle de México en los objetivos de seguridad federal, los efectos serían positivos.
Lo más importante es que seguridad federal ya sabe qué bandas son, cómo operan y cómo podría combatirlas.
Zona Zero
- Michoacán ha destacado por la configuración de cárteles locales, grupos de autodefensa y la presencia creciente con enorme poder del Cártel Jalisco Nueva Generación.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
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