Después de dos meses y medio de confinamiento a causa del coronavirus, poco a poco regresan las actividades económicas y con ello, la delincuencia estará también de regreso. Los grupos delincuenciales han visto reducidos sus ingresos como consecuencia del confinamiento, por lo que se espera que, conforme se levanten las restricciones de movilidad y se regrese a la actividad económica, los delitos tengan un repunte, que irá en el sentido contrario a lo que ha ocurrido en los últimos dos meses.
De acuerdo con las cifras del Secretariado Ejecutivo (SESNSP), la cantidad total de delitos a nivel nacional disminuyó 33.9% en abril, en comparación con el mes de marzo. Asimismo, los robos totales disminuyeron 33.3% durante el mismo periodo y en 39.8,% en comparación con el mes de enero. Es evidente que las medidas de confinamiento y el cierre de la actividad económica hicieron que la cantidad de delitos disminuyera.
Sin embargo, la reducción, que superó el 30% en los delitos totales, no se vio reflejada de la misma manera en los homicidios. Los datos del Secretariado mostraron una reducción de tan sólo el 5.5% en los homicidios dolosos y de 10.5% en los feminicidios, en comparación con el mes previo y, si se compara con el inicio de año, incluso hubo un incremento de 4.8% en los homicidios dolosos. ¿Por qué hay diferencias en la reducción de los delitos y no así, en la reducción de la violencia, si las medidas de confinamiento afectaron a todos?
Esto se debe a la diferencia en las motivaciones de la comisión del delito, en el caso de los delitos contra el patrimonio, lo que se busca es apropiarse de los recursos de los otros, como el caso de los distintos tipos de robos o las extorsiones a negocios, no obstante, ante el paro generalizado de la mayor parte de las actividades económicas, la delincuencia común también ha visto suspendida su actividad, además que resulta más difícil para los ladrones cometer sus fechorías con los negocios cerrados o cuando la gente ha visto reducidos sus ingresos.
En el caso de los homicidios, las motivaciones son distintas. La violencia homicida está asociada con la delincuencia organizada, que se dedica a otra clase de actividades diferentes del robo común, con mayor alcance y con un nivel más elevado de complejidad, como el tráfico de armas, el contrabando y principalmente el narcotráfico. En ese sentido, las respuestas que se planteen para su combate requieren un tratamiento diferenciado y especializado.
En México, llevamos varios años atravesando por una crisis de violencia, sin emabargo, con base en el comportamiento de las cifras actuales de delito, se podría esperar que tras la crisis económica causada por la pandemia de COVID-19, se presente un incremento. La historia ha demostrado que a todas las crisis económicas por las que ha atravesado el país, le sigue un incremento de la violencia y, este caso, no parece la excepción.
El 2017, rompió el récord como el año más violento de la historia actual de México, el cual año con año se ha superado y, lamentablemente, todo indica que el 2020 rebasará las cifras. Consecuentemente, una de las principales apuestas del Gobierno Federal para revertir esta situación es el despliegue de las Fuerzas Armadas en el territorio nacional, tal como se había hecho durante los últimos dos sexenios, con el objetivo de que los militares apoyen en las tareas de Seguridad Pública, en tanto que la estructura de la Guardia Nacional se solidifica. Sin duda, después del COVID-19 y la crisis económica resultante, el principal reto para las autoridades federales, estatales y locales es y seguirá siendo la crisis de inseguridad y de violencia, una curva que durante 20 años no se ha logrado aplanar.
* Arturo Ávila Anaya, presidente IBN/B Analitycs y experto en Seguridad Nacional por Harvard (NIS).
@ArturoAvila_mx
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