Foto: Reuters/Archivo Los investigadores también señalan que aumentar el apoyo público no es necesariamente el objetivo  

Una nueva investigación publicada en el Journal of Personality and Sociela Psychology, la cual indica que las tácticas de protesta extrema tienden a socavar el apoyo popular de un movimiento en los Estados Unidos al alentar tanto a los observadores neutrales como a los partidarios.

“Estoy interesado en el cambio social y el progreso, y tenía curiosidad para saber qué estrategias de movimiento social podrían ser más efectivas para influir en la opinión popular”, dijo Matthew Feinberg, actor correspondiente del nuevo estudio.

Para la investigación se realizaron seis experimentos con 3 mil 399 participantes en total, en los que evaluaron cómo los diferentes tipos de comportamientos de protestas influyeron en el apoyo a una variedad de causas sociales progresivas y conservadoras, incluido el movimiento Black Lives Matter y el movimiento antiaborto.

Se descubrió que los comportamientos más extremos, como el uso de la retórica inflamatoria, el bloqueo del tráfico y el vandalismo, consistentemente redujeron el apoyo a los movimientos sociales.

“Descubrimos que las acciones extremas de protestas contra Trump en realidad llevaron a las personas a no sólo que les desagradara el movimiento y apoyar menos la causa, sino que estuvieran dispuestas a poyar más a Trump”, dijo Feinberg. “Fue casi como una reacción”.

Por otra parte, también se encontró evidencia de que las acciones de protesta extremas llevaron a una pérdida de apoyo porque fueron vistos como inmorales. Lo que provocó que se asociara con sentimientos reducidos de conexión emocional y menos identificación social como el movimiento.

Dicho estudio está en línea con la investigación que analizó todos los levantamientos masivos en todo el mundo entre 1945 y 2014, y descubrió que las campañas no violentas tuvieron más éxito en lograr una transformación política a gran escala que las que se llevaron de manera violenta.

“Los movimientos sociales enfrentan un dilema difícil: por un lado una forma muy útil de difundir publicidad y crear conciencia sobre su causa es participar en comportamientos de protesta extremos. Estos comportamientos son comúnmente recogidos por los medios de comunicación y difundidos en las redes sociales. Por otro lado, las personas suelen responder negativamente a los comportamientos de protesta extremos”, dijo Feinberg a PsyPost.

“Incluso descubrimos que aquellos que aquellos que tienden a apoyar la causa de un movimiento serán menos solidarios después de presenciar que el movimiento participa en comportamientos de protesta extremos. La pregunta más importante que queda es cómo pueden los movimientos navegar mejor este dilema. Obviamente, quieren trasmitir su mensaje, pero al mismo tiempo, no quieren alinear a los posibles seguidores”.

Por supuesto, hay algunos casos en los que se considera por parte del público, que las acciones más extremas están justificadas.

Los investigadores también señalan que aumentar el apoyo público no es necesariamente el objetivo de las acciones de protesta extrema.

“Por ejemplo, los activistas indignados por el statu quo y/o creyendo que el cambio es en gran medida imposible pueden participar en acciones de protesta extrema como una forma de auto-expresión o incluso catarsis sin ningún cálculo estratégico sobre los efectos que tal comportamiento tendrá a largo plazo. Del mismo modo, incluso si un movimiento planea no involucrarse en comportamientos extremos, un pequeño número de disidentes en el grupo puede incitar a acciones extremas en otros” dijeron los autores del estudio.

“El dilema del activista: las acciones de protesta extremas reducen el apoyo popular a los movimientos sociales”, es el nombre que lleva el estudio, el cual fue escrito por Matthew Feinberg, Robb Willer y Chloe Kovacheff.

 

con información de medios

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