En el deporte, como en todo rubro, será iluso salir del encierro pensando que volvemos al mismo mundo que dejamos puertas afuera dos meses y medio atrás.
Cambios de una dimensión nunca vista en la modernidad, la economía de los clubes (como de los gobiernos, como de las empresas, como de las familias) estará muy apretada. Eso priorizará operaciones tales como préstamos e intercambios, asumiendo que los equipos requieren de caras nuevas para ilusionar a su afición mas no disponen de liquidez.
Lo de poner más de 50 millones de dólares casi por cualquier futbolista o aspirante adolescente a estrella, lo de gastar hasta 300 millones en cinco refuerzos por verano, sólo será accesible para los clubes-estado, como París Saint Germain-Qatar, Mánchester City-Abu Dabi o Newcastle y su reciente adquisición saudiárabe. Al mismo tiempo, se avecinan días complicados para quienes poseen nóminas muy infladas como el Barcelona, orillándoles a desprenderse de algunos de quienes más cobran en su plantel.
Dos meses y medio en los que, un tanto por la falta de información nueva y por la urgencia de generar clicks, los medios europeos han seguido hablando del mercado futbolero como si nada aconteciera. Por ejemplo, sobre el posible traspaso de Kylian Mbappé al Real Madrid, podría completarse un libro con las notas publicadas por los diarios de la capital española en las últimas semanas. Todas coincidentes en recalcar cifras muy elevadas cuando es difícil saber si los merengues podrán pagar ahora lo que gustosos hubiesen pagado antes de la pandemia.
Una crisis que pegará a todos por igual. Los patrocinadores ofrecerán menos a las televisoras, que a su vez pretenderán renegociar a la baja con los equipos, que sin remedio destinarán menos de su caja a transferencias y salarios, para colmo también afectados por no lucrar con boletos e ingresos derivados de la asistencia a sus gradas (bebidas, comida, memorabilia, el común de quienes adquieren uniformes es para ser vistos portándolos y pertenecer a un colectivo que los porta, no para estar en soledad siguiendo los cotejos desde su alcoba).
Así que, por emocionados que estemos con la reanudación de las tres principales ligas europeas (la española, italiana e inglesa), incluso con la insistencia de la UEFA de culminar la Champions League en agosto, tendremos que resignarnos a los ineludibles cambios.
Mucho antes que pensar en la posibilidad de una Eurocopa en más de 10 países abriendo en exactamente un año o en unos Olímpicos con atletas de más de 200 en una misma ciudad en catorce meses, el deporte tendrá que probarse viable. Gastando lo que tiene y no lo que supone que tendrá, dejando de engrosar esa burbuja de gastos, haciéndose sustentable, renunciando a vivir en la deuda.
No hay crisis sin oportunidades, por vueltas que le demos todos los caminos llevarán a la cantera. Para completar alineaciones poderosas sin fichajes masivos y para restaurar las finanzas al vender promesas, la campaña 2020-21 tiende a ser el momento soñado para numerosos jóvenes.
Twitter/albertolati