En el Hospital General de Atizapán de ZaragozaDr. Salvador González Herrejón-Chrysler” el ritmo y la forma de trabajo son distintos a raíz de que llegaron los casos por Covid-19.

Desde el 25 de abril, a sabiendas del riesgo que corren, el personal de salud se esfuerza más que nunca para ayudar a los pacientes, no sólo para superar la enfermedad, sino también darles apoyo psicológico.

“La idea (es) darle una atención integral a los pacientes y tranquilidad a los familiares”, dijo Joel Sabas Rodríguez Sánchez, director general del nosocomio, quien también comentó que aunque ir enfermo por enfermo para entablar la comunicación requiere un “esfuerzo mayor”, es una tarea que suma y da “certeza” a ambas partes. Estas son algunas historias.

Orgulloso de poner su granito de arena

Pedro Antonio Rodríguez Aparicio, quien es enfermero general y tiene 20 años de edad, fue contratado especialmente para atender la pandemia, por lo cual desde el primer día estuvo con pacientes que padecen Covid-19.

“Me siento con una gran responsabilidad ya que tengo pocos años de experiencia y por lo mismo tengo que dar más del 100 % para estar a la altura de mis compañeros y trabajar en equipo de manera eficaz. Aunque por otro lado, me siento orgulloso de poder poner mi granito de arena para la atención de personas con Covid-19 y hacer alguna diferencia en su estancia hospitalaria”, narra.

El joven, quien apenas tiene alrededor de un mes laborando, considera que lo “que más me ha marcado y sorprendo es ver la cantidad de pacientes que requieren apoyo ventilatorio, y ver cómo fácilmente podemos ser rebasados”.

“Un día, un paciente se puso grave y su oxigenación comenzó a bajar a niveles críticos por lo que se requería un ventilador para él, en ese momento nos notificaron que no había ventiladores disponibles; es frustrante no poder hacer nada por esa situación.

En ese caso, recuerda, lograron conseguir un aparato en otra área del hospital, con lo que se estabilizó al paciente.

María vio morir a tres de una familia

Para María Guadalupe Rodríguez Cabrera, de 23 años, una de las experiencias más fuertes que ha vivido durante la emergencia por coronavirus, es el caso de una familia contagiada.

“Me tocó ver cómo una señora moría en el mismo cuarto en donde estaba una de sus hijas. El tener que consolar a una hija que acababa de perder a su mamá fue algo muy fuerte”, expresa la trabajadora del Hospital de Atizapán, quien lleva tres años laborando en el lugar.

Destaca que pocos días después, “la chica empeoró y la tuvieron que intubar; y por más que hicimos todo lo posible, también murió”.

En esa familia, cuenta, había otra hermana, la cual más tarde fue internada debido a que estaba contagiada; “fue internada y falleció”.

Entre la felicidad y la tristeza

Desde que inició el primer caso de Covid-19 –hace ya más de tres meses–, Víctor Hugo Vilchez Vergara realiza sus labores como camillero en el área Covid-19 de hospital de Atizapán.

“Me siento feliz por formar parte de un equipo tan fuerte y tan importante para la sociedad y para el país; también me siento triste y estresado”, comenta el joven de 24 años.

Pese a las extenuantes jornadas, Víctor recuerda que tuvo “la oportunidad de atender al segundo paciente de Covid en el hospital al lado de mis compañeras Nancy y Lupita; después, todo se hizo más grande. Me siento afortunado de seguir de pie y trabajando al mil por ciento”.

César

AMOR INCONDICIONAL. Ante la rápida propagación del coronavirus, César Maldonado, quien también labora en la zona Covid del nosocomio de Atizapán, decidió aislarse de su familia por temor a contagiarlos.

LEG