Foto: Reuters Gobierno panameño pronto comenzará a construir un nuevo refugio con espacio para más de 500 personas. Los migrantes no pueden salir de las instalaciones sin permiso, aunque pueden comprar suministros en tiendas cercanas.  

Panamá ha aislado a casi 200 migrantes en un campamento en la selva para contener un nuevo brote de coronavirus entre un grupo mucho más grande de africanos, cubanos y haitianos varados por la pandemia del coronavirus en la remota región del Darién.

Y es que unos 2 mil 500 migrantes quedaron varados en Panamá, cuando Latinoamérica comenzó a cerrar sus fronteras para detener la propagación del coronavirus, en marzo.

Provenientes de lugares tan lejanos como la República Democrática del Congo, seguían una ruta establecida hacia Estados Unidos que atraviesa gran parte de Sudamérica e incluye un peligroso viaje a pie a través del Tapón del Darién, un área selvática, casi impenetrable, que funciona como una barrera natural entre Panamá y Colombia.

En el campamento Lajas Blancas, los migrantes -algunos con mascarillas-, yacían bajo lonas o en tiendas de campaña, encerrados por una cerca de alambre. Los trabajadores médicos hacían rondas tomándoles la temperatura y la presión arterial.

Desde mayo, las autoridades pusieron en cuarentena a alrededor de 90 personas que dieron positivo al coronavirus, junto con familiares y compañeros cercanos en el campamento.

El cubano Francisco Turcas dijo que la mala comida había enfermado a algunos. Todos habían estado en instalaciones gubernamentales durante semanas desde que emergieron de la selva panameña: “Hay niños, ancianos, mujeres embarazadas, muchos con diarrea”.

 

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