Muchas felicidades a todos los mexicanos porque ya no tienen que pagar 24 pesos con 32 centavos por los dólares. Ahora, solo tienen que desembolsar 21 pesos con 93 centavos por cada billete verde.
Si esa recuperación de dos pesotes con 40 centavos no la puede ver el pueblo mexicano como un enorme triunfo económico de este Gobierno, si no lo pueden concebir como el final de la crisis económica, seguramente será porque pertenecen a ese Bloque Opositor Amplio.
Quien regatee la fortaleza del peso y prefiera ver los pronósticos de caída de la economía de -8% en lugar de apreciar la recuperación del peso de 7% en estas semanas, seguramente es un conservador.
Es verdaderamente demencial la manera como se pretende esconder la montaña de la depresión económica en la que estamos en este país, debajo del pequeño tapete del mercado cambiario mexicano.
Y no tanto por ese intento desesperado de querer tapar los fracasos, sino porque la falta de conciencia de los problemas reales de la economía son la primera condición para que no se puedan tomar las decisiones correctas para enfrentar esta crisis histórica.
Es un hecho que hoy no es importante para el grueso de la población que el peso se deprecie o se aprecie unos centavos.
De entrada, la inflación, que puede ser una manera de traspasar los efectos de un peso devaluado frente al dólar, se ha mantenido estable. Hay que preocuparse por los precios de los alimentos, porque éstos han subido sus costos y eso se puede deber a efectos especulativos, más que por limitación de la oferta.
Tampoco debe la paridad peso-dólar ser por ahora un factor de preocupación para los turistas. Porque, aunque sean pocos los mexicanos que tienen la capacidad de hacer viajes de placer al extranjero, hoy son muy pocos los que se atreven a tomar un avión a otro país.
Puede ser importante en términos de la deuda externa o de la venta de mercancías al exterior, pero esa relación no es una que interese de forma cotidiana a los habitantes.
La gente está más preocupada por los cálculos de casi dos millones de empleos perdidos este año en México, por el derrumbe del Producto Interno Bruto que este trimestre superará la cuenta de los dos dígitos y las evidencias de que este país tardará muchos, muchos años en salir de este bache.
Así que ese conteo, que más bien parece cuento, de la apreciación cambiaria como sinónimo de la recuperación económica no suena ni conservador ni neoliberal. Suena como un burdo truco propagandístico para evadir la responsabilidad de tomar decisiones que permitan encaminarse a salir de esta crisis en el menor tiempo posible.
Era una actitud de aquellos Gobiernos populistas de los setenta el querer tatuar en el escudo nacional la paridad cambiaria, la fortaleza del peso, como un valor de la nacionalidad mexicana. Cuando se trata simplemente del valor de intercambio de una “mercancía más”.
Claro que el mal manejo cambiario puede tener afectaciones económicas. Pero que el peso gane unos centavos no nos hace más mexicanos ni tampoco resuelve la grave crisis económica actual.
@campossuarez