El Bloque Opositor Amplio que reúne a todos o casi todos los inconformes con el actual régimen, que si lo vemos desde un marco histórico nos damos cuenta de que son muy pocos comparados con los inconformes de otros sexenios. Pero quienes integran el llamado BOA tienen todo el derecho a organizarse ante la imposibilidad de los partidos políticos de encausar la inconformidad.

 

Si hubiera partidos políticos abiertos a la población, la inconformidad ya se hubiera elevado a ser un debate en el Congreso, pero ni a eso llega una oposición que prefiere desgastar a crear su propio proyecto de país. Es en esta panorámica surge un grupo que debía dedicarse a sus actividades y no incorporarse a la disidencia política y esa pequeña sociedad de personas, son los consejeros electorales, quienes se integran al Bloque Opositor Amplio, como si se tratara de opositores, debiendo ser públicamente el fiel de la balanza en la política nacional.

 

Hay un grupo de consejeros electorales que no sabemos si son los once o algunos o la mitad de ellos. Porque los opositores cada vez que se expresan muestran su descontento, pero también demuestran que son muy pocos. Los votos se cuentan por la cantidad no por el nivel económico de los votantes como ellos quisieran, y una y otra vez se muestran como una minoría muy reducida y huérfana de apoyos para seguir gozando de privilegios.

 

Lo que en realidad es preocupante es el hecho de que sean precisamente los consejeros electorales quienes públicamente cuestionan un régimen que ellos avalaron por obligación porque hubo una mayoría en favor del actual régimen, y como garantes de la democracia deben guardar la credibilidad ante las próximas elecciones, porque cualquier elección reñida será cuestionada doblemente ante la manifestación de las preferencias políticas y partidistas de los consejeros electorales.

 

Son garantes de la democracia, no guardianes del conservadurismo. Porque detrás de la enemistad entre los consejeros electorales y el actual régimen no sólo está la rebeldía por no querer reducirse el salario, sino una serie de privilegios que ocurren dentro del INE, y que temen perder. Vaya sólo un ejemplo, cuando el presidente del entonces IFE, era Luis Carlos Ugalde se casó con una compañera del mismo instituto para aprovechar la prestación de seis meses de salario cuando contraían matrimonio los funcionarios del organismo. Y entre su aparente esposa y Ugalde juntaron un año de salario. Se divorciaron en menos de un año, sólo era la apariencia que le sirvió para muchas otras cosas.

 

En esa misma época el entonces presidente del IFE se colocó en primer lugar en la lista de personas que no tenían casa propia para ser el primero en beneficiarse de una vivienda de interés social.
Ahora es un detractor de la 4T, encabezando una consultoría desde donde apoya a Felipe Calderón con sus pronósticos y estudios, pagando con ello muchos favores.

 

En realidad no sabemos cuántos de los 11 consejeros estén en el BOA, pero seguramente está Lorenzo Córdova quien el 9 de junio señaló en una conferencia que lamentaba que la política se esté convirtiendo en uno de los cuatro riesgos a los que se enfrentan los gobiernos democráticos, sobre todo por la polarización, la intolerancia y las conductas autoritarias, que ya se veían antes de la pandemia, pero que ahora con la crisis sanitaria, siguen profundizándose.

 

Así fue la presentación de Córdova al iniciar la cátedra Francisco I. Madero, del Instituto de Estudios para la Transición Democrática, donde el consejero presidente del INE aseguró que “lamentablemente en este contexto, que demandaría el frente común que supone, con independencia de posiciones políticas o ideológicas hemos visto que muchas ocasiones lamentablemente ha sido un pretexto adicional para desatar esa polarización que ya venía caracterizando la confrontación, el estado de salud de la política y particularmente de las contiendas electorales más recientes”.

 

El domingo 14 de junio, el consejero presidente del INE, advirtió que no se deben repetir las conductas antidemocráticas que en el pasado pusieron en riesgo la equidad de las contiendas y los cauces institucionales de nuestra democracia. Es decir, reconoció que en el pasado hubo fraude electoral y que temía que el actual régimen lo repitiera, pero cuando hubo fraude, ni él ni ninguno de los consejeros electorales tuvo el valor de decirlo, porque ponía en riesgo su trabajo con el correspondiente sueldo millonario que inmerecidamente reciben cada quincena.

 

“Vamos a la elección 2021 con las reglas que ya tenemos y una vasta experiencia para garantizar el sufragio efectivo”, señaló Córdova ante el temor de que antes de las elecciones pudiera haber alguna reforma electoral que deje afuera sus privilegios y capacidad de injerencia directa en la política, cuando deben ser públicamente imparciales, a menos que quieran colocar una gran duda sobre el resultado de las próximas elecciones.

 

Como si el INE estuviera inaugurándose el día de ayer, Córdova denunció algo que todos sabemos al exponer que México ya vivió en su pasado reciente la intromisión del Poder Ejecutivo en un proceso electoral, tratando incluso de impedir ilegalmente la participación de uno de los contendientes en dicho proceso. Eso trajo graves consecuencias para nuestra vida democrática. Pero no dice por qué lo permitió.

 

Lorenzo Córdova se desempeñó como presidente del IFE del 8 de enero de 2014 al 4 de febrero de 2014 y con el cambio de nombre del instituto alarga su presencia al frente del instituto a partir del 3 de abril de 2014, cuando fue elegido por la Cámara de Diputados como el primer consejero presidente del INE por un período de nueve años, a partir de esa fecha.

 

Es decir que lo que cuestiona es su propio trabajo, porque ya pasaron más de seis años de su gestión al frente del instituto y en años anteriores no era ajeno a las actividades del organismo; sin embargo, ahora no sólo se da baños de pureza, sino que preserva su permanencia en nombre de la democracia y se opone a cualquier medida adoptada por la actual administración pública.

 

Desde luego que no es el único consejero electoral que está abiertamente contra la 4T, pero no es por convicción o amor a la camiseta de su afiliación pasada, sino por la pérdida de privilegios que les significa una muy posible reforma electoral y que quieren evitar a toda costa. PEGA Y CORRE. – Alito Moreno, líder nacional del PRI, tiene una gran duda si apoyar a los partidos de oposición para ver qué les toca y crear una coalición electoral, o aliarse con Morena y obtener algunos triunfos electorales en alianzas. Mantiene negociaciones por los dos lados… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

 

 

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