“La enfermedad de MORENA es la salud de todos los demás partidos”. La frase original no decía MORENA sino PRI, y la escribió Roger Bartra en 1995, al explicar que la cultura política que había habilitado décadas de priismo, estaba muriendo.
No obstante, el cambio de palabras sirve como recordatorio. Las oposiciones deben aprovechar que MORENA arde en pleitos internos y acusaciones de corrupción, para profundizar, por todos las vías legales, la división del partido rumbo al 2021.
Por ejemplo, ofrecer candidaturas seguras o cargos futuros en estados opositores, a morenistas dispuestos a reventar sesiones partidistas; criticar a López Obrador y al presidente de MORENA; o bien, bajo un plan más elaborado, presentarse como candidatos “legítimos” o “alternos” del partido hacia la elección, para dividir el voto.
Estos morenistas pueden ser diputados federales o locales, alcaldes, senadores o funcionarios del partido. Por ejemplo, un diputado federal hoy sabe que tiene con qué negociar un cargo futuro —digamos, una candidatura a una alcaldía importante— en la oposición, si antes de la elección externa su desilusión con el presidente y se cambia de partido. Y lo mismo aplica con un senador gobiernista y una candidatura a gobernador en los 15 estados en juego, el 6 de junio próximo.
Sin embargo, para efectos de profundizar la división, lo mejor sería cooptar funcionarios de MORENA a nivel nacional y estatal. Sería lo ideal para reventar eventos del partido; poner trabas a candidaturas para generar descontento interno; y filtrar las estrategias de operación y las medidas ilegales que adopten para ganar.
Sin embargo, esto no será espontáneo. Debe ser una estrategia definida y preferiblemente secreta, para buscar esos eslabones débiles y ofrecer recompensas políticas atractivas a los que cooperen. ¿Qué la estrategia puede filtrarse por un arrepentido? Claro, pero todos aquellos que logres “voltear” serán, por sí mismos, grandes golpes. El objetivo no debe olvidarse: transmitir que MORENA implosiona.
@AlonsoTamez