La perredización de Morena no sorprende a nadie.

No solo porque casi el 90% de los militantes del PRD corrieron a Morena en cuanto vieron que el partido negro y amarillo comenzaba a hacer agua, sino porque importaron también sus viejas prácticas.

Morena, que se decía era el partido de un solo hombre, se atomizó en tribus, como en el viejo PRD.

Ganar la Presidencia desató las ambiciones más bajas de algunas de las cabezas visibles y ello ha derivado en las luchas mediáticas, en las revanchas y hasta en el amago de denuncias penales que vemos a diario.

Yeidckol Polevnsky se encargó de perseguir y de acabar con los grupos que le representaban alguna competencia, pero no pudo eliminarlos ni sumarlos a su causa.

Esta debilidad y su ambición le costaron la presidencia del partido; sus antagonistas ganaron y ahora buscan hasta debajo de la alfombra pruebas de sus excesos y eventuales actos de corrupción.

Por lo pronto la acusan de haber pagado casi 370 millones de pesos por obras que jamás se hicieron; falta que lo comprueben para que se demuestre que en Morena las cosas se hacen distintas.

Pero lo que subsiste en el fondo, es la incipiente y nada discreta pugna de las tribus por ver quién se queda con la mayor parte del pastel que representan las candidaturas a casi 4 mil puestos de elección popular el año próximo.

Por ese botín -o parte-, se harán pedazos.

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A muchos puede o no gustarles la forma en la que piensa Ricardo Salinas sobre la pandemia, cómo enfrentarla y cómo aprender a convivir con el virus.

Pero la realidad es que mucha gente piensa como el empresario.

Salinas publicó ayer en Twitter un posicionamiento a título personal, dividido en cinco temas, en el que expresa su opinión sobre el futuro individual y colectivo del país a partir de la aparición del Covid-19.

“El maldito virus no se va a ir por lo que tenemos que aprender a convivir con él’’, dice, lo cual es cierto.

Pide al Gobierno no imponer más normas de las que ya tenemos, respetar a las personas que decidan salir a trabajar, proteger a los ciudadanos de la delincuencia -que debe ser la misión del servicio público- y respetar las decisiones de cada individuo.

Ayer, se vio en las calles, que miles de mexicanos coincidieron en la práctica con los dichos del CEO de Grupo Salinas.

Indispensables o no, cientos de miles de pequeños negocios levantaron las cortinas y comenzaron el proceso de adaptación a esto que llaman “nueva realidad’’.

El mensaje de Ricardo Salinas, no tiene desperdicio.

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Parece que el gobernador de Baja California, Jaime Bonilla, tendrá que hacerse una limpia con huevo de gallina negra.

No solo la Corte le quitó el regalazo de tres años más de Gobierno, además, el fin de semana pasado fracasó su intento de revancha luego de que en el Congreso local batearan su iniciativa para limitar a tres años el periodo del siguiente gobernador.

Y súmele a ello que algunos miembros de su gabinete han sido acusados de actos de corrupción, cohecho, amenazas y otras linduras más.

El caso más visible, por el momento, es del secretario de Economía, Mario Escobedo Carignan y su subsecretario, Rubén Roa Dueñas, acusados de favorecer la instalación irregular de gaseritas de la firma Blue Propane.

Obviamente el favor no fue gratis, por lo que ya hay denuncias de esa conducta presunta irregular ante el organismo fiscalizador del Gobierno estatal y hasta la Fiscalía General de la República.

Si en verdad le rascan, el asunto podría llegar a otros funcionarios del mismo Gobierno.

A ver.