Con pocas camas de hospital y escaso personal sanitario debido a la virulencia de la epidemia del coronavirus, India teme que se agrave su crisis sanitaria con el monzón de cada año y su secuela de enfermedades.
Más de medio millón de personas se contaminan en India cada año por enfermedades favorecidas por las lluvias, como el dengue y el paludismo, durante el gran monzón que se abate sobre este país del sur de Asia, desde junio a septiembre. Se trata de infecciones que presentan síntomas casi idénticos a los de la Covid-19: fiebre, dificultad para respirar, pérdida de apetito…
«Vamos a tener que tratar a la gente como si estuviera afectada por la Covid-19«, explica alas AFP Vidya Thakur, doctora del hospital público Rajawadi de Bombay, con más de tres décadas de experiencia como médico.
«La Covid-19 nos ha dejado desprotegidos» dice. «El monzón va a hacer las cosas más difíciles».
India registra hasta ahora 9 mil 500 muertos por coronavirus y 332 mil casos confirmados, pero el balance humano se agrava y los expertos estiman que lo peor está por venir en este país de mil 300 millones de habitantes, que sale de dos meses de draconiano confinamiento
Para la sola ciudad de Delhi, el gobierno local espera que habrá más de medio millón de pacientes de Covid-19 a fines de julio, una multiplicación por 20 en menos de dos meses.
En el hospital de 580 camas donde trabaja Vidya Thakur en Bombay, cada centímetro cuadrado está ya destinado a la gestión de la pandemia. Las camas invaden los pasillos, las salas de almacenamiento se han convertido en habitaciones y el personal está abrumado de trabajo
Proliferación de mosquitos
Pero el personal sanitario no es el único que está agotado. El confinamiento también ha provocado una penuria de agentes de mantenimiento en Bombay, que no pudieron hacer su trabajo por falta de medios de transporte.
La fumigación efectuada desde marzo por la municipalidad para matar a los mosquitos, principales vectores de enfermedades en tiempos de monzón, se ha retrasado dos meses.
En un barrio de chabolas de esta ciudad de 18 millones de habitantes, los agentes equipados con mascarillas y guantes fumigan y evacuan las aguas estancadas, donde se reproducen los mosquitos.
«Varios de nuestros hombres hacen dos turnos seguidos, trabajando 14 horas sin interrupción» indica Rajan Naringrekar, director del departamento municipal encargado del control de insectos
«Nos preocupa (contraer el virus) pero debemos hacer nuestro trabajo y tomar el máximo de precauciones posible», asegura.
Mumtaz Kanojia recuerda con estremecimiento las tres semanas en las que el paludismo la mantuvo en cama, diez años antes. «Mi hija y yo misma estábamos gravemente enfermas, teníamos fiebre, no podíamos tragar nada, ella incluso perdió un momento el conocimiento» relata a la AFP esta habitante de una pequeña morada de este barrio.
Pero cuando el monzón se abate sobre Bombay, el coronavirus y las demás enfermedades dejan de ser la única preocupación de esta mujer de 53 años. «El agua se infiltra por todas partes, y luego llegan los mosquitos».
Sus vecinos y ella se ven obligados a usar lonas para proteger el techo, aunque los charcos que se pueden formar en sus pliegues pueden convertirse en un enjambre de mosquitos. Pero sin esas lonas, «el techo vuela en cuanto llueve un poco fuerte», dice.
«Nosotros tenemos que hacerlo todo. Nadie del gobierno ha venido nunca a ayudarnos», asegura.
ica