A menos de cinco meses de las elecciones en Estados Unidos, el presidente Donald Trump enfrenta crisis en varios frentes y se ubica por debajo de su rival demócrata en los sondeos, mientras su figura es severamente cuestionada por un libro y acumula derrotas en la justicia.
El retorno de la campaña le ofrece, sin embargo, una oportunidad de recuperación.
La carrera de Trump hacia un segundo mandato, que antes de la pandemia de coronavirus parecía ir viento en popa, se ve actualmente plagada de obstáculos, en parte por su propia gestión de la crisis sanitaria y por las masivas protestas contra la brutalidad policial y el racismo.
Ahora, el presidente, que nunca había disputado una elección antes de su sorprendente victoria en 2016, debe hacer frente a un intenso ataque proveniente de sus propias filas, lanzado por su exasesor de seguridad nacional John Bolton.
“No creo que sea apto para el cargo. No creo que tenga la competencia para llevar a cabo el trabajo”, dijo Bolton a ABC News, quien promociona “The Room Where it Happened” (La habitación donde sucedió), un libro cuya publicación, prevista para el martes, la Casa Blanca intenta detener por vía judicial.
En su trabajo, Bolton alega que Trump le pidió al presidente chino Xi Jinping ayuda para su reelección, que obstruyó a la justicia, en tanto considera que no es un rival de fuste para el presidente ruso Vladimir Putin.
Trump se defendió calificando a Bolton de “cachorro enfermo” y a su libro de “pura ficción”.
El presidente eludió su responsabilidad por la rápida propagación del coronavirus, que mató hasta ahora a más de 117.000 estadounidenses y forzó una traumática desaceleración económica, culpando a China.
En cuanto a las protestas callejeras, ha dicho que se trata de una rebelión orquestada por la izquierda, rechazando encuestas según las cuales el problema reside en el racismo sistémico que afectaría a la sociedad estadounidense.
Lo de Bolton, sin embargo, es diferente.
El exasesor presidencial es un halcón republicano, concentrado toda la vida en la política exterior. Podría decirse que incluso está a la derecha de Trump y que, por lo tanto, no es vulnerable a los habituales ataques del mandatario.
Por otro lado, el mandatario cosechó dos reveses en una semana en la Corte Suprema.
El lunes, el máximo órgano judicial del país consagró el derecho de millones de asalariados homosexuales y transexuales a gozar de los mecanismos de lucha contra las discriminaciones, y el jueves validó las protecciones acordadas por el gobierno precedente a 700.000 jóvenes migrantes.
“¿De vuelta en el camino?”
El sábado, Trump volará a Tulsa, Oklahoma, para celebrar su primer mitin de campaña desde que, en marzo, el coronavirus frenó los viajes y las grandes concentraciones.
Con su experiencia en programas de televisión y su natural estilo populista, Trump se siente a sus anchas ante las multitudes que lo vitorean que en los entornos formales de la Casa Blanca.
El presidente está “muy emocionado de volver a la carretera”, dijo a la prensa el miércoles su asesora Kellyanne Conway.
Trump aspira a que las 20 mil personas que se espera se den cita para escucharlo den un nuevo impulso a su carrera hacia la reelección, muy amenazada por el demócrata Joe Biden, que encabeza claramente las preferencias de la opinión pública.
A pesar de que los estadounidenses están saliendo muy lentamente del confinamiento, la campaña del magnate ya está planificando otros actos públicos.
Pero Trump deberá cuidarse de no pasar a la historia como el presidente que puso a las manifestaciones políticas por encima de la vida humana.
Tulsa registra un fuerte aumento de casos de coronavirus y el periódico principal de la ciudad, la autoridad sanitaria del estado y muchos otros han advertido que una gran multitud en un espacio cerrado podría convertirse en una incubadora viral.
Una demanda presentada ante un tribunal de Tulsa que busca detener el acto lo calificó de “superpropagador” de virus.
La campaña de Trump dice que el público será sometido a controles de temperatura y que se distribuirán tapabocas.
Sin embargo, es revelador que también se requiera a los asistentes que firmen una declaración por la cual eximen de responsabilidad a los organizadores en caso de que contraigan la covid-19.
El acto de Tulsa había sido programado para el viernes 19, pero al conmemorarse en esa fecha el aniversario de la abolición de la esclavitud en Estados Unidos debió ser reprogramado para el sábado.
En medio de las crecientes tensiones raciales y la ira de los grupos de derechos civiles por la represión a los manifestantes, ese error de la campaña de Trump fue considerado por analistas como sintomático de su divorcio de la realidad.
PAL