Cientos de simpatizantes de Donald Trump se movilizaron el sábado temprano en Tulsa para el primer acto de campaña del presidente en meses, alegando que el riesgo de contagio de Covid-19 en un estadio grande y repleto de gente no les impedirá escuchar el mensaje de su presidente.

Los alrededores del vallado instalado alrededor del BOK Arena se llenaron de partidarios de Trump que acudieron con gorras y camisetas rojas representativas del “Make America Grat Again“, pero muy pocos llevaban tapabocas.

Los signos de distanciamiento social también faltaron a la cita, a pesar de que los casos de coronavirus se han disparado en Oklahoma.

El presidente minimizó el riesgo de que el mitin de esta tarde, que tendrá a miles de asistentes gritando y cantando, pueda desencadenar un brote de coronavirus y priorizó el empuje que este acto debiera darle a su campaña electoral, opacada por la pandemia.

Lo que está en juego en Tulsa no puede ser mayor, tanto por la salud de las 19.000 personas que pasarán horas en el estadio como por las aspiraciones electorales de un Trump que a cinco meses de las elecciones va por detrás de su rival demócrata, Joe Biden, según las encuestas.

“Estamos aquí para demostrar que apoyamos al presidente Trump y que nosotros, el pueblo, ganaremos las elecciones del 2020, sin importar lo que digan los medios de comunicación falsos y otras grandes empresas liberales, izquierdistas y controladoras de la mente”, dijo Brad, un hombre blanco que se negó a dar su apellido.

La manifestación ha sido polémica más allá de los riesgos de contagio. Originalmente el acto estaba programado para el viernes, el día en que se conmemora el fin de la esclavitud en Estados Unidos, en una ciudad escenario de una de las peores masacres de personas negras en la historia de Estados Unidos.

El sábado, la multitud congregada fuera del estadio era mayoritariamente blanca.

Este será el primer mitin de Trump desde que el 2 de marzo el país inició un confinamiento para tratar de frenar la propagación del nuevo coronavirus.

Desde marzo, la pandemia ha matado a casi 120 mil  personas en el país y ha propinado un duro golpe a la economía local que hasta la pandemia era el punto fuerte de Trump a la hora de sumar votos.

Para el magnate y sus partidarios, que se espera que acudan en gran número a votar en estados claves en la elección de noviembre, Tulsa es la vidriera en la que deben mostrar su fuerza.

“Este es un momento superimportante para todos nosotros”, dijo Stephen Corley, de 19 años, mientras acampaba fuera del estadio desde el martes para asegurarse un lugar junto a Trump.

“Todos tenemos un propósito y una meta común aquí. Es una oportunidad única en la vida”, agregó.

Estado rojo

La tarea de Trump este sábado, en un Oklahoma abrumadoramente republicano, es revivir una campaña sacudida por su manejo de la pandemia y salir a flote tras semanas de tensiones raciales.

Más allá de las esperables críticas de Biden y otros líderes demócratas, el mandatario ha recibido duros golpes de un puñado de compañeros republicanos.

El último y más profundo llegó de su exasesor de seguridad nacional John Bolton en la antesala la publicación de su libro “The Room Where it Happened”, en el que describe a Trump como ignorante y corrupto.

El sábado un juez rechazó el intento del gobierno de impedir que el libro llegue al público.

Peligro viral

Mientras Trump tira los dados políticos, afuera decenas de miles de partidarios y manifestantes contrarios al presidente se arriesgan a contraer la covid-19.

El viernes, la Suprema Corte del estado falló en contra de una demanda que buscaba prohibir el mitin.

“Confiamos en que podemos brindar seguridad en Tulsa”, dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany.

Los organizadores del evento proporcionarán desinfectante para manos y tapabocas a quienes lo requieran y controlarán la temperatura.

Los asistentes deberán firmar un documento para prohibir que presenten demandas contra los organizadores del acto en caso de contagio de coronavirus.

Jody, una partidaria de Trump que se negó a dar su apellido, espera para entrar al mitin desde temprano con su hijo Aaron, de cinco años, caracterizado de Trump.

A diferencia del presidente, que ha sido inflexible al negarse a mostrarse en público con mascarilla, Jody dijo que usarían tapabocas.

“Conocemos a seis personas que han estado enfermas a causa de covid-19, así que absolutamente” llevaremos tapabocas, dijo.

“Pero no se puede obligar a la gente a hacer algo que no quieren”, matizó.

 

ica