Al menos seis personas murieron tras un fuerte sismo que sacudió el martes el centro y sur de México provocando daños en viviendas y edificios, derrumbes en carreteras y una alerta de tsunami en el Océano Pacífico que fue levantada horas más tarde.
El epicentro del terremoto de magnitud 7.4 se ubicó cerca de la costa del sureño estado Oaxaca, informó el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por su sigla en inglés) y se originó a una profundidad de 23 kilómetros.
Según las autoridades, los decesos ocurrieron en distintas comunidades de Oaxaca. Entre las víctimas se encontraba un trabajador de la petrolera estatal Pemex, quien cayó de una estructura.
En la pequeña localidad La Crucecita, una de las más cercanas al epicentro, decenas de pobladores permanecían afuera de sus viviendas varias horas después del temblor preocupados por alguna réplica.
“Perdimos todo en un momento por la naturaleza”, dijo Vicente Romero, propietario de una tienda en el pórtico de su casa, que sufrió un gran daño estructural.
Según un funcionario local, alrededor de 200 viviendas en el lugar resultaron dañadas, incluidas 30 que fueron gravemente afectadas.
En la capital del país y otros estados, el movimiento generó escenas de pánico entre los residentes, que se lanzaron a las calles con el recuerdo fresco del fatal sismo de 2017.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por su sigla en inglés) emitió una alerta de tsunami para México, Guatemala, El Salvador y Honduras, mientras usuarios de redes sociales compartían imágenes del mar retrocediendo en las playas de Oaxaca.
Protección Civil dijo que se esperaban “variaciones anómalas” del nivel del mar de hasta 113 centímetros y recomendó a la población a mantenerse alejada de la orilla, pero horas más tarde la NOAA levantó la advertencia.
Los temblores de magnitud superior a 7 suelen causar daños generalizados y graves. El terremoto de magnitud 7.1 que azotó el centro de México en 2017 mató a 355 personas en la capital y los estados circundantes, además de causar el derrumbe de decenas de edificios y daños en miles de estructuras.
COMO UN CHICLE
Magdalena Castellanos se encontraba en la localidad oaxaqueña Santiago Astata, próxima al epicentro, cuando se produjo el temblor, que provocó que varias rocas rodaran de las laderas y alarma entre los ciudadanos, dijo por teléfono.
“Fue muy intenso, muy fuerte. A mí no me había tocado sentir un sismo de esta magnitud en el pueblo de Santiago Astata”, expresó a Reuters la mujer de 60 años, cuyos hermanos tienen un hotel en la zona que sufrió varias grietas, mientras se producían algunas réplicas del sismo.
La alcaldesa de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, afirmó en rueda de prensa que solo hubo daños menores en fachadas y bardas de una treintena de edificios y afectaciones en inmuebles deshabitados desde el terremoto de hace casi tres años. Añadió que ninguno de los hospitales que atienden a enfermos de Covid-19 tuvo que ser desalojado.
Según Sheinbaum, el 97% de los más de 12 mil altavoces dispuestos en la urbe de casi nueve millones de habitantes para emitir la alerta sísmica sonaron a tiempo y los ciudadanos tuvieron poco más de un minuto para salir a la calle.
La Comisión Federal de Electricidad (CFE) se vio obligada a aplicar un protocolo especial para atender a cerca de dos millones de capitalinos que se quedaron sin luz pero que vieron restablecido el servicio pocas horas después.
Tras el sismo, Pemex puso durante algunas horas en paro seguro las operaciones de su refinería en Salina Cruz, en Oaxaca, debido a un conato de incendio.
Miguel Candelaria, de 30 años, estaba trabajando en su computadora en la casa de su familia en la ciudad Juchitán, en Oaxaca, cuando el suelo comenzó a temblar. Salió corriendo con parientes, pero tuvieron que detenerse en medio de la calle cuando el pavimento se dobló y se sacudió.
“No podíamos caminar (…) la calle era como un chicle”, dijo el hombre de 30 años.
fahl