Suena la alerta sísmica y la mente se bloquea, pero en menos de dos segundos de duda se vuelve a activar con la palabra “evacuar”; luego viene una sucesión de palabras: “perro, celular, cartera, llaves”.
Para Alejandro, habitante de la alcaldía Iztacalco, esa fue la primera impresión durante el sismo de 7.5 de magnitud de ayer. Todavía en su cama cuando la alerta comenzó a sonar, se puso unos pantalones y tomó el celular y a su perro, un pequeño chihuahua, en brazos.
No hubo tiempo para calcetines ni zapatos; al llegar a la puerta de su departamento, en un cuarto piso, se acordó de sus llaves y volvió a buscarlas. No las encontró, pero sí vio su cartera, que tomó de inmediato y luego, sin esperar más, salió del departamento sin importarle que se quedara abierto.
Justo cuando salió del edificio, junto a decenas de sus vecinos, los postes de su calle comenzaron a moverse como el péndulo de un reloj.
Fue entonces que se dio cuenta de que, en plena pandemia de Covid-19, había salido de su casa sin portar un cubrebocas.
Esa fue la imagen de ayer en la Ciudad de México, personas que con cubrebocas y sin ellos, en pants, pijamas y con niños y perros en brazos, abandonaron sus casas en plena pandemia de Covid-19, rompiendo por la fuerza de un fenómeno natural el llamado gubernamental de “Quédate en casa”.
Alrededor de las 10:30 horas, la alerta sísmica sonó en los altavoces de la capital del país y en los celulares de quienes tienen activada la aplicación del 911, movilizando de inmediato a la mayoría de las personas fuera de sus casas y trabajos, pues las experiencias de los terremotos de 1985 y 2017 han fortalecido la cultura de la prevención en la CDMX.
Debido a que el epicentro ocurrió en Crucecita, Oaxaca, de acuerdo al Servicio Sismológico Nacional (SSN), las ondas del temblor tardaron en llegar a la capital desde que sonó la alerta sísmica, con 62 segundos de ventaja.
“Tardó tanto en llegar el sismo desde que sonó la alerta que pensamos que era una falsa alarma, pero de pronto se empezó a mover todo”, declaro Rafael Cano, habitante de la alcaldía Tláhuac.
Por su parte, Diego Bustamante, habitante de la torre Nomad Mitikah, en Coyoacán, afirmó que “de plano aquí, en el piso 14, no intentamos evacuar, sé que la torre tiene mucha seguridad, pero se sintió horrible”.
En Polanco, en la Redacción de 24 HORAS, María Eugenia Lobato también se vio imposibilitada de evacuar, pues las oficinas se encuentran en un piso 20.
“Se nos hizo muy largo y fuerte; nos pusimos, mientras pasaba, en la zona de los elevadores. Cuando terminó nos bajamos por las escaleras y abajo nos reunimos en la explanada. Luego la administración procedió a revisar el edificio”, destacó.
LEG