Cualquier otro Presidente del país habría viajado a Oaxaca, el estado más afectado por el sismo registrado ayer, antes que grabarse tres veces hablando por teléfono.

En los tiempos de Calderón o Peña Nieto, el que un Presidente no se apareciera en el lugar del desastre era motivo de linchamiento por la oposición.

¿Por qué se grabó López Obrador tres veces en lugar de ir a Oaxaca a supervisar presencialmente las tareas de rescate o mitigación de daños?

Hace unos días, le comentamos en este espacio, a propósito de la intención de desaparecer el Fondo para Desastres Naturales (Fonden), propuesta por Morena, que el país corría el riesgo de quedarse sin infraestructura para atender las consecuencias de sismos, huracanes o cualquier otro desastre natural.

Primero, porque desde el primer día de su Gobierno López Obrador puso a la venta más de 70 aeronaves, entre helicópteros y aviones, que servían para atender esas emergencias y no solo para que los funcionarios se dieran vida de jeques (que en algunos casos sí ocurría).

Claro que el Presidente tiene a su disposición las aeronaves del Ejército y la Marina, faltaba más, pero en ese afán incomprensible de querer mantener la imagen de austeridad a costa de la oportunidad, se negó a hacerlo.

Mejor los micro videos para que se enteré el país que estamos trabajando.

La gravedad del tema es que hasta el cierre de este espacio el Gobierno de Oaxaca no había podido llegar aún a las comunidades serranas, a las que puede llegarse por carretera después de más de 6 u 8 horas de carretera.

Un helicóptero estatal resulta insuficiente dada la magnitud del fenómeno, pero no existen los recursos que se vieron, por ejemplo, en el sismo de septiembre de 2017.

Lo ocurrido ayer debe ser tomado como una llamada de atención: el aparato para la atención de los desastres naturales ha sido desmantelado, los recursos del Fonden son magros tirándole a miserables y aún corren el riesgo de que sean tomados por el Gobierno federal para otros fines.

Ojo, y eso que aún no entramos de lleno a la temporada de huracanes, en donde siempre nos ha ido mal.

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El país rompió su récord de contagios ayer: 6,288, el número más alto desde que se contabilizó el primer caso, el 28 de febrero pasado.

Lo que sigue llamando la atención es que pese al incremento de los muertos -estamos cerca de los 25,000, una de las muchas proyecciones fallidas de López-Gatell-, el Gobierno no cambia la estrategia.

El subsecretario estrella presume día a día que la capacidad de los hospitales en el país no ha sido rebasada pero a este ritmo de contagios no falta mucho para que ocurra, al menos en el Valle de México.

¿Habrá alguien en el Gobierno de la 4T que ofrezca un poco de luz sobre el lugar en el que estamos parados respecto a la pandemia?

Porque por lo visto, parece que navegamos a la deriva.

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A próposito de la pandemia y la apertura de las actividades económicas en algunos estados, el presidente de Grupo Salinas, Ricardo Salinas Pliego, envió un mensaje a través de sus redes sociales.

El empresario se consideró “un optimista racional’’ y dijo esperar que después de la pandemia seremos mejores “como sociedad, como país y como personas’’.

“El camino difícil solo lo toman los líderes. Los tiempos de crisis son tiempos de liderazgos: la sociedad requiere ejemplos y actitudes inspiradoras y de fuerza frente a la adversidad’’, afirmó.

A lo mejor eso nos está faltando.

LEG