Por: Juan Manuel Torres Esquivel
Algunos dirán que ya voy tarde para la discusión de este debate, que posiblemente la semana pasada hubiera sido un momento más idóneo para hablar sobre el tema. Principalmente por la crisis que culminó en la desaparición del Consejo Nacional para Prevenir La Discriminación (CONAPRED) sin embargo creo que el tema sigue y seguirá vigente antes, durante y posterior a la crisis de este instituto, del sexenio de Andrés Manuel López Obrador y me aventuraría a decir que hasta la muerte de quien hoy escribe esta columna. El racismo y la discriminación en México son fenómenos tan arraigados en nuestra historia que difícilmente podrán salir en el corto y mediano plazo.
El debate sobre el racismo en México se ha presentado en diversas ocasiones, sin embargo el que se vivió la semana pasada fue particular porque se juntó con otro fenómeno muy presente de la sociedad actual, la polarización. La polarización como lo hemos hablado en muchos otros espacios ha llevado a esta sociedad a lo que pareciera un punto sin retorno. En donde los opuestos están en conflicto permanente y parecen no tener un sólo punto de reconciliación. Si Samuel P. Huntington viviera se daría cuenta que el odio y la crispación no necesitaría vivir en diferentes culturas, el miedo al otro está muy presente hasta dentro de la misma sociedad.
Bastó un tuit de la Primera Dama para desatar una oleada de odio hacia el comediante Chumel Torres y la CONAPRED. Esto por un comentario racista que en su momento el comediante hizo en contra del hijo del Presidente. ¿Es correcto que la primera dama utilice su voz para encender las redes en contra de un ciudadano y pedir la cabeza de una funcionaria? ¿No eran esas las prácticas que en su momento la izquierda tanto había tratado de combatir, el uso del poder para sus venganzas personales?. Aquí para nada se va a justificar la agresión hacia un menor, sin embargo es interesante analizar las herramientas que desde el bando contrario se utilizaron para denostar a quienes consideraron un error el embate en contra de CONAPRED.
Como prueba de ello, tenemos el tuit que el académico Gibrán Ramírez decidió publicar en contra de la entonces directora del consejo. “fresa”, “fifí” y “pijo”, son los adjetivos que el académico decidió lanzar contra la director. Adjetivos que no espantan pero son trágicos para quienes dicen ser diferentes, para quienes durante años encabezaron una lucha social por un México distinto y que ahora desde el poder ocupan la misma descalificación burda que en su momento vivieron. “Naco”, “chairo”, “chundo” serían los adjetivos que el bando contrario consideraría ofensivos sin embargo en este caso las justificaciones no se hicieron esperar y hubo quienes incluso celebraron el tuit. ¿Dónde está esa izquierda que vela por los derechos de todos por un país mejor?
¿Por qué el movimiento del Presidente ha decidido utilizar los mismos mecanismos que durante tanto tiempo combatieron? Una de las frases icónicas del Presidente y de su movimiento para denostar la guerra en contra del crimen organizado es que “No se puede combatir el fuego con más fuego”, ¿entonces por qué piensan que el odio se puede combatir con más odio? Se quejan de los bots que inundan las redes sociales, pero tienen un ejército de bots y simpatizantes cuya única misión es acosar a quienes piensan diferente. El Presidente se dice comprometido a terminar el racismo y la discriminación en México, pero da manga ancha a sus seguidores a sembrar el odio entre los mexicanos.
Lo peor, ninguno de los bandos está saliendo bien librado, de acuerdo con la herramienta de medición digital Xpectus, la actitud hacia el CONAPRED fue de 47% negativos, 41% positivos y 12% neutral.
Mientras que la actitud hacia Beatriz Gutiérrez Müller fue de 57% negativos, 30% positivos y 13% neutrales. Los dos bandos se están desgastando pero parece que el gobierno y sus figuras centrales están cargando un costo más elevado que sus adversarios. Si el Presidente está pensando en una óptica electoral, por lo menos en la escena digital parece, van perdiendo.
Ciertamente el racismo inverso no existe, pero detrás de esos adjetivos se encuentra algo más perverso, tóxico y mortal; el odio. Es necesario ponerle un alto a esta crispación sistemática que estamos viviendo en el país. Para terminar con el racismo y la discriminación es necesario comenzar a trabajar en una reconciliación social, hoy unos están “arriba”, “en el poder”, mientras los otros están “ardidos” y “en la oposición moralmente derrotada” pero si algo hemos aprendido es que esto es una rueda de la fortuna y es posible que los papeles cambien. Si realmente queremos un México más justo, menos racista, menos homófobo, menos clasista y elitista es necesario que estemos dispuestos a tolerar y escuchar, a dejar de temer al otro y entenderlo. Ese es el único camino a la verdadera y única transformación social.
En otros temas…
En unos días se conmemorará el Día del Orgullo LGBT un saludo y abrazo a todos mis amigos que celebran este día y cuya lucha sigue ganando espacios en esta sociedad tan polarizada.
LEG