Uno de los problemas que podría generar una expansión de la crisis por el Covid-19 y hacer más profunda la caída económica, proviene del sistema financiero mundial.
Cuando un sistema financiero es solvente, cualquier crisis económica es temporal, sectorial, pero el propio sector financiero, bancario y no bancario, ayuda a mitigarlo, a través de la expansión del crédito.
En el caso de México, en 1994, en la denominada Crisis del Tequila, se generó un sistema financiero muy vulnerable, que llevó justamente al Gobierno de aquel entonces, liderado por Ernesto Zedillo, a crear el “Fobaproa”, a tener que recurrir a una limpieza de cartera en los bancos, que les permitiera reorganizarse y fortalecerse, para recuperar solvencia. La SHCP y Banxico endurecieron los controles de capitalización y los depósitos de regulación monetaria, modificaron criterios contables, endurecieron requerimientos de liquidez, nuevas medidas de limitación en el manejo de efectivo, mayor información y controles, entre otros puntos.
Sin embargo, la caída de la economía mexicana fue drástica y en aquel momento, el peso mexicano pasó de $3.46 hasta niveles superiores de $7.00 en cuestión de meses, la inflación voló más de 100% y las tasas de interés llegaron a situarse entre 50 y 100%.
México aprendió bien la lección y actualmente, el sistema financiero mexicano hasta el mes de abril pasado, al menos, mostró solvencia, en mayor medida en los grandes bancos que representan más de 80% del mercado. Únicamente algunos pequeños como es el caso de Banco Famsa (como parte del Grupo Famsa), pidió la semana pasada, una reestructura dentro del Capítulo 11 en Estados Unidos, cuando se declaró en bancarrota.
Este jueves pasado, la Fed hizo las pruebas de estrés a los bancos. Descubrió que de las 33 firmas examinadas, podrían generar pérdidas por hasta 700,000 millones de dólares en un escenario “severo”. Por ello, de manera preventiva, impuso restricciones a los dividendos bancarios y las recompras de acciones, aún cuando los ocho bancos más grandes de Estados Unidos (Bank of America, Bank of New York Mellon, Citigroup, Goldman Sachs, JPMorgan Chase, Morgan Stanley, State Street y Wells Fargo) ya habían suspendido voluntariamente las recompras de acciones hasta el mes de julio.
Les está pidiendo que reevalúen sus planes de capital a más largo plazo y estarán realizando una serie de análisis adicionales cada trimestre para actuar “preventivamente”.
Sin embargo, este tipo de noticias y análisis, forman parte de un riesgo sistémico si se alarga esta crisis económica. No nada más habría que ver a los bancos en Estados Unidos y México, sino también allá en Europa, en donde existe una clara preocupación por su baja rentabilidad y niveles de capitalización en varios de ellos.
Los mercados resintieron este riesgo, y el viernes pasado, las bolsas americanas registraron bajas que llevaron a concluirlas con balances semanales negativos. Vimos una demanda por instrumentos del bono del tesoro, especialmente en la parte media – larga y un dólar que ganó un poco de terreno.
En estas próximas semanas vendrán por un lado, datos económicos como el de empleo en Estados Unidos que podrían ayudar a mitigar un poco el riesgo actual. Sin embargo, iniciarán los reportes corporativos al 2° Trimestre del año que se esperan débiles.
@1ahuerta