Las iglesias católicas de la Ciudad de México se han declarado en una crisis económica tras permanecer cerradas por varios meses debido a la pandemia de coronavirus.
Los sacerdotes continúan pagando el sueldo de sus empleados, sus prestaciones, servicios de agua, luz, teléfono, gas y limpieza.
“Si hay que decirlo que estamos en estos momentos en una situación ya sumamente crítica, sumamente delicada y lo que más nos preocupa a los sacerdotes, a lo párrocos son los trabajadores a veces nuestros fieles piensan que, por ejemplo, los sacristanes, la personas encargadas de mantenimiento, las secretarías y secretarios en las parroquias, las personas que se encargan de la limpieza en algunas parroquias que cuentan con estacionamientos, quienes se encargan del estacionamiento, de atención de criptas, a lo mejor se piensa que son personas voluntarias y no los tiene que contratar con todas las obligaciones de ley”, comentó el Monseñor Luis Manuel Pérez.
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El Monseñor, obispo auxiliar de México no proporcionó cifras sobre la caída de ingresos para las iglesias pero mencionó que ya no hay donativos por misas de difuntos, primeras comuniones, bodas o XV años. Las colectas dominicales y las alcancías de limosnas están vacías.
Algunas parroquias ofrecen ayuda médica en dispensarios e incluso reparten despensas y esperan poder realizar la reapertura el 13 de julio en la Ciudad de México.
Los templos implementarán medidas sanitarias como la colocación de tapetes satirizantes, marcas de distancia y lavabos. Además los sacerdotes usarán guantes y cubrebocas.
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ica