Más allá de la natural y previsible polémica que ha generado en México el viaje del presidente López Obrador a Estados Unidos, en donde se reunirá con su homólogo Donald Trump -un encuentro tardío como se ha señalado en este espacio-, es importante destacar la importancia de la relación entre ambos países y las fortalezas surgidas del Tratado de Libre Comercio adoptado en 1994.
Fue bajo la presidencia de Carlos Salinas de Gortari cuando México decidió transitar por la vía del libre comercio, en medio de un proceso de apertura económica tras varias décadas de un estatismo que acabó por dar de sí. Hoy, México recoge los frutos de aquella transformación, mismos que le permiten sentarse a la mesa con el huésped de la Casa Blanca en condiciones favorables, al menos en lo que a este rubro se refiere.
2019 marcó un momento histórico en los intercambios bilaterales. El comercio entre México y Estados Unidos ascendió a 614 mil 541 millones de dólares, 16% mayor que la cifra registrada en 2015, con lo que nuestro país se ubicó como el principal socio de la Unión Americana, delante de China y Canadá. Pese a las inclemencias de la pandemia, esta tendencia se ha mantenido en los cuatro primeros meses de este año.
México podrá llegar a Washington con cifras que le dan fortaleza. Desde 2016, nos convertimos en la primera fuente para las importaciones agrícolas estadounidenses, por arriba de Canadá y de la Unión Europea.
López Obrador podrá advertir en su encuentro con Trump que el mercado norteamericano representa alrededor del 27% del Producto Interno Bruto mundial, lo que hace de esta región una de las zonas de libre comercio más atractivas del planeta.
Lo que EU depende de México alcanza niveles poco conocidos. En 2018, los estados con más intercambio comercial con nuestro país fueron Texas ($187 mil millones), California ($73.1 mil millones de dólares), Arizona ($15.5 mil millones de dólares) y Nuevo México ($2.2 mil millones de dólares).
La cantidad de empleos estadounidenses que dependían hasta el año pasado del comercio con la nación azteca eran, aproximadamente, 5 millones. Tan sólo en California, 565 mil empleos dependían de la relación con su vecino del sur.
Las cifras que ilustran la verdadera dimensión de los vínculos comerciales, y por ende políticos, entre México y Estados Unidos son interminables. Es por ello, y por todos los temas que nutren la complicada relación bilateral, que el tan criticado encuentro entre los presidentes Trump y López Obrador resulta más necesario que nunca.
Como en cualquier ámbito de la política, siempre habrá interpretaciones variopintas. Hacer caso a quienes apuestan al fracaso de la relación más importante que nuestro país tiene en el concierto internacional y de la que depende en mucho la viabilidad interna sería tan contraproducente como lo ha sido alargar más el encuentro tan criticado.
Segundo tercio. Muy arriesgada la apuesta de las autoridades de la Ciudad de México de aplicar el semáforo naranja y de promover un regreso paulatino a la llamada nueva normalidad. Médicos que han sido parte de los equipos que atienden casos de Covid-19 temen un rebrote con consecuencias graves.
Tercer tercio. Los gobiernos de América Latina deben mantenerse alertas y tener “el valor de dar marcha atrás” a la reapertura de actividades, si esta decisión se traduce en un aumento de contagios de Covid-19, dijo ayer la Organización Panamericana de la Salud.
@EdelRio70