Todo mundo apostaría cualquier cosa al asegurar que en Brasil, país con más campeonatos del mundo y con una locura por la pelota, estarían felices de volver a tener futbol en este momento, pero no es así. Botafogo y Fluminense, dos de los clubes con más historia de aquel país repudiaron esta decisión antes de arrancar el juego que los enfrentó.
Antes del pitazo inicial del encuentro en el que los equipos cariocas se enfrentaron, Fred y Keisuke Honda, viejo conocido del futbol mexicano, mostraron las camisetas de los clubes con un mensaje en el pecho que indicaba “Respeten nuestra historia”.
Este.mismo mensaje fue mostrado en una pancarta gigante que sostuvieron todos los jugadores de ambos equipos, quienes se mezclaron entre ellos para enviar un contundente mensaje.
Los clubes jugaron, no sin antes emitir su postura a través de sus redes sociales acerca de esta determinación que consideran imprudente y fuera de toda explicación.
En un comunicado en conjunto, ambos clubes expresaron su inconformidad ante esta situación diciendo:
“Botafogo y Fluminense se unen en este manifiesto, primeramente para reafirmar su compromiso y determinación en cumplir con nuestro deber social de predicar la estricta observación de las normas recomendados para la protección de la población que son la integridad de la salud y preservación de la vida”, y agrega Botafogo y Fluminense fueron obligados a jugar después de solo un día o dos de entrenamiento, poniendo en riesgo la salud y la integridad física de sus atletas. Y todo esto bajo el argumento pueril de que se liberaría la capacitación, cuando explotara la tasa de contaminación y se perdieran vidas en las filas de los hospitales. Cuando aún se prohibía el funcionamiento de servicios mucho más importantes por razones tan obvias que prescindían de argumentos. Mucho menos represalias”.
Los clubes apuntan a la vergüenza que han sufrido al verse obligados a jugar pese a la grave situación que vive Brasil con el Covid-19, siendo el segundo país con más contagiados y más muertes en todo el planeta, algo que no importó a quienes usaron todos los medios, legales y no legales, para ir a la cancha.
“La vergüenza de verse obligado a retomar el Campeonato Carioca no fue suficiente, viviendo con registros de más de 63 mil muertes en Brasil, con un promedio de más de mil 200 por día, tuvimos que recordar, en vano, este hito fúnebre en sucesivas reuniones del Consejo de Arbitraje de FERJ. La insensibilidad mostró que los números alarmantes no son más que estadísticas frías para aquellos que no parecen entender la función social del futbol: impactar la vida de las personas, orientar las costumbres y actitudes”.
Remarcan que no entienden la decisión de echar a andar el futbol nuevamente en este momento en el que ni siquiera hay una planeación para los próximos meses de competencia.
“Fluminense y Botafogo fueron fuertemente atacados por FERJ y otros clubes cuando tenían una posición de sentido común para preservar a sus atletas y empleados siguiendo las recomendaciones de la cuarentena. Definitivamente, regresar a las competiciones con alojamiento inexplicable, con el calendario nacional aún indefinido, no fue el mejor mensaje para ser transmitido por personas influyentes tan importantes.
OBLIGACIONES FORZADAS QUE SEÑALAN AMBOS CLUBES
-Botafogo y Fluminense se vieron obligados a abandonar sus dominios, en varias ocasiones, para jugar en estadios precarios, en condiciones de riesgo y agotamiento, mientras que otros clubes, más alineados, enviaron todos sus juegos en sus estadios.
-El entrenador Paulo Autuori fue castigado en la víspera del primer juego debido a declaraciones en una entrevista en la que brilló con sentido común. En protesta, Autuori no lideró al equipo en el partido, pero sus palabras estaban en el campo para representarnos.
-Los clubes se vieron castigados con la pérdida de un contrato esencial para su subsistencia, que es el contrato de derechos de transmisión de Globo. El locutor argumentó en su notificación que Ferj no garantizó la exclusividad en la transmisión de un juego de uno de los titulares de los derechos, lo que llevó a la ruptura del contrato de televisión y causó pérdidas a Fluminense y Botafogo por un monto estimado de 120 millones de euros.
DAMG