La historia abusos sexuales perpetrados a Jakub Pankowiak por un sacerdote local sacude a la jerarquía católica polaca y le da fuerza a los llamados a la transparencia en la poderosa Iglesia de este país.
Hijo de un organista, Pankowiak recuerda que al llegar a la pequeña ciudad de Pleszew (oeste), el padre Arkadiusz Hajdasz parecía “amable, abierto, sonriente”.
“Comenzó con té y galletas (…) hasta el día en que se sentó a mi lado y comenzó a besarme y acariciarme”, dijo a la AFP este músico y profesor universitario de 35 años.
“Me dejó sin palabras hasta el punto de no reaccionar. Estaba esperando que terminara”, dijo Pankowiak durante una entrevista telefónica.
El sacerdote lo acosó cientos de veces, así como a su hermano pequeño, Bartlomiej, y muchos otros, afirmó.
Los dos hermanos cuentan su historia en un documental llamado “Zabawa w chowanego” (Jugar a las Escondidas), de Marek y Tomasz Sekielski, visto siete millones de veces en YouTube desde su lanzamiento, en mayo.
El tema sigue siendo tabú en este país con fuertes raíces católicas, pero según Pankowiak, el viento está cambiando y podría sacudir a la Iglesia como ya ocurrió en Irlanda y Estados Unidos.
Vestigios de la era comunista
Según el documental, el padre Hajdasz fue transferido de una parroquia a otra y cometió actos de acoso durante un cuarto de siglo, presumiblemente aprovechando la protección tácita de la jerarquía, incluido el obispo Edward Janiak.
Desde el lanzamiento de la película, el Vaticano ha ordenado una investigación sobre el obispo Janiak y ha dado el raro paso de nombrar un administrador para su diócesis.
Pero los defensores de las víctimas de los sacerdotes quieren que la Iglesia vaya más allá.
La semana pasada, un grupo de católicos polacos publicó en el periódico italiano La Repubblica una carta personal al papa Francisco, alegando que los obispos polacos “albergan casos de pedofilia”.
“¡Repara nuestra Iglesia! ¡Te lo suplicamos!”, apuntaron en el mensaje el llamado. El portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, dijo que el Papa había sido informado y rezaría por los autores del mensaje.
“Toda la Iglesia debe hacer todo lo posible para garantizar que se apliquen las normas canónicas, que se den a conocer los casos de abuso y que los responsables de estos delitos graves sean castigados”, dijo el portavoz.
“Cerrar filas”
Justyna Zorn, una de las iniciadoras de la carta, agradeció esta rápida respuesta.
El grupo de fieles había tratado previamente en vano de llamar la atención de la Iglesia sobre esta cuestión mediante protestas, peticiones, cartas privadas al Papa y una reunión con el embajador papal.
“Lamenté que la jerarquía no hiciera nada al respecto. Los obispos parecían más preocupados por la buena imagen de su institución que en ofrecer apoyo a las víctimas”, dijo Zorn a AFP.
Ese estado mental es, según ella, un vestigio de la era comunista, en la que la Iglesia Católica era atacada y vigilada por la policía secreta.
“Los obispos, los sacerdotes e incluso los laicos han aprendido a nunca revelar los asuntos internos de la Iglesia, a cerrar filas para que sucede en la iglesia permanezca allí. Esta forma de pensar persiste hoy”, apuntó.
El mal es tolerado
La Iglesia católica polaca comienza gradualmente a admitir sus errores y a tomar las medidas esperadas.
El arzobispo Wojciech Polak, nombrado representante de la protección infantil el año pasado, solicitó una investigación sobre el obispo Janiak.
En una rara exhibición de divisiones internas dentro de la jerarquía católica, el arzobispo Janiak reaccionó en una carta a los obispos, revelada a los medios de comunicación polacos, en la que acusó al arzobispo Polak de “dañar la imagen de la Iglesia”.
Según el padre Piotr Studnicki, de la Oficina de Protección Infantil, “al menos otros 10 obispos polacos han sido denunciados por negligencia”.
El año pasado, la Iglesia polaca admitió que casi 400 clérigos habían abusado sexualmente de niños en las últimas tres décadas.
Luego del trabajo de Sekielski, muchas otras víctimas se presentaron, admitió el padre Studnicki a AFP, diciendo que el número de sacerdotes acusados “al menos se ha duplicado” desde entonces.
“O tomamos un enfoque honesto (…) o simplemente nos destruirá”, advirtió, “no porque el problema se plantee públicamente sino porque el mal se tolera en nuestra comunidad”.
ica