La autorización en Birmania para criar con fines comerciales tigres, pangolines y otros animales en peligro de extinción inquieta a los defensores medioambientales, que temen que aumente el tráfico de estas especies para responder a la demanda en China.

 

Este país del sudeste asiático ya es una plataforma del comercio ilegal de animales salvajes, que representa unos 20.000 millones de dólares en total en el mundo.

 

En junio, el departamento forestal dio discretamente su visto bueno a los zoos privados para que puedan pedir autorización para criar unas 90 especies, de las cuales más de 20 están en peligro o al borde de la extinción.

 

Los responsables aseguraron que esta nueva lista había sido elaborada “con total respeto de la ley” y tras consultar “asociaciones de defensa del medioambiente, científicas y expertos en el terreno”.

 

La lista incluye tigres –cuyo número estimado en Birmana es de 22–, pangolines, elefantes, varias especies de buitre y el delfín de Irawadi. A partir de ahora, incluso está autorizado criar cocodrilos siameses, una especie al borde de la extinción, por su carne o su piel.

 

Los defensores del medioambiente señalan que la cría comercial legitima a largo plazo el uso de especies en peligro y alimenta la demanda del mercado.

 

“Desde hace tiempo se sabe que los intercambios comerciales aumentan el comercio ilegal de animales salvajes porque crean un mercado paralelo y favorecen la demanda de todos los productos de animales salvajes”, advirtieron el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y Fauna & Flora Internacional (FFI) en un comunicado conjunto.

 

Los expertos también alertan de la falta de medios en el país para controlar este comercio y del riesgo de que surjan enfermedades animales que puedan transmitirse al hombre, como la Covid-19.

 

PAL