Por Marina San Martín Rebolloso*
La enfermedad COVID-19 y las medidas de confinamiento para contenerla nos ha llevado a descubrir el potencial que tienen las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) en distintas áreas, como la salud.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS), en uno de sus documentos informativos sobre la pandemia, ha destacado la importancia de contar con sistemas de información y de aprovechar las TIC en el primer nivel de atención de los servicios de salud, porque facilitan la evaluación, el diagnóstico y el tratamiento de los casos sospechosos y positivos, y porque pueden mejorar su costo y efectividad, sin detener su operación regular.
La OPS considera que las plataformas de teleconsulta, de monitoreo remoto de pacientes y comunicación a distancia, y la utilización de recetas electrónicas, pueden facilitar la asistencia médica y el seguimiento de las personas que padecen no solamente COVID-19, también otras enfermedades, o bien, para adultos mayores o para quien presenta alguna discapacidad.
En estos tiempos, la eSalud puede contribuir a desarrollar servicios más eficientes y equitativos, pues como la define la Organización Mundial de la Salud (OMS) -ámbito en el que ha trabajado desde 2005-, se trata de hacer un uso rentable y seguro de las TIC en apoyo de los campos de la salud, incluidos los servicios para su atención, su vigilancia, la literatura científica y educación del personal, el conocimiento y la investigación.
En el proyecto “Conversaciones sobre eSalud” de la OPS, se plantea que este concepto busca conformar un ecosistema completo donde interactúen los diferentes actores de la salud: pacientes, médicos, enfermeros, trasportistas, farmacéuticos, tecnólogos, técnicos, administradores, asistentes, y otros, junto con las tecnologías, organizaciones con y sin fines de lucro, proveedores, universidades, políticas, estándares y normas legales de los distintos niveles de la asistencia sanitaria.
Se ha hablado también de telemedicina, término de la década de 1970, que implica la prestación de servicios de atención médica a distancia, a través de las TIC, ya sea por teléfono, video o e-mail, para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades y lesiones, investigación y evaluación, así como para la educación continua de profesionales de la salud.
El Informe “La eSalud en la región de las Américas” de la OMS reveló que en 2016, las prácticas implementadas en este ámbito en esta zona aún son dispares, por dar unos datos, 73.9% usan redes sociales en salud y 57.9% emplean salud móvil y monitorean pacientes a distancia. Si bien el 77.8% de los países muestra señaló tener una política o estrategia nacional para una cobertura universal de salud, solo el 61.1% disponía de una política o estrategia de eSalud.
Sin salud no podemos vivir plenamente, por eso su protección es parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y entre sus metas está garantizar el mayor acceso a los servicios.
Decía Hipócrates que “sanar es una cuestión de tiempo, pero a veces también es cuestión de oportunidad”, la cual puede ser brindada si exploramos las posibilidades que ofrece una política pública de eSalud para eficientar recursos, acortar distancias y ampliar el alcance, encontrando la forma de superar los desafíos de su adopción para el beneficio colectivo.
Comisionada Ciudadana del Instituto de Transparencia de la Ciudad de México (INFO) Twitter: @navysanmartin