Luiz Augusto Rizzo, de 29 años, no es especialista en enfermedades infecciosas, pero es parte de quizás el esfuerzo científico más importante del mundo en la actualidad: la búsqueda de una vacuna contra el SARS-CoV-2.
El cirujano pediátrico es uno de los 2 mil voluntarios en Sao Paulo que participa en ensayos masivos en humanos para la vacuna experimental desarrollada por investigadores de la Universidad de Oxford y AstraZeneca Plc. Es una de las esperanzas más brillantes en la apuesta por contener el virus.
Los desarrolladores e investigadores están buscando lugares como Brasil, donde el coronavirus todavía se está propagando rápidamente, para probar posibles vacunas.
Con casi 1,9 millones de casos, Brasil tiene el segundo peor brote del mundo detrás de Estados Unidos y registra más de 72 mil decesos por COVID-19, la enfermedad respiratoria causada por el coronavirus.
“Necesitaban gente”, dijo Rizzo a Reuters por video llamada. Sus colegas del hospital que se especializan en enfermedades infecciosas le explicaron la importancia de los ensayos.
“Probablemente no habrá una cura (…), dijeron que la única forma (para vencer al virus) es vacunarse, y que debes hacerte una prueba, debes aprovechar al máximo a los que están sanos (…), que pueden participar”.
Los llamados ensayos de Fase III, que involucraron a miles de voluntarios humanos, comenzaron el mes pasado en Brasil para la vacuna de Oxford.
Los voluntarios deben registrar su temperatura una vez al día, completar un diario en línea sobre su estado y asistir a consultas periódicas. Los participantes, que serán monitoreados durante un año, no saben si recibieron la vacuna o un placebo.
El hematólogo Vinicius Molla, de 33 años, que con frecuencia realiza estudios clínicos en su propia área, también quiso ayudar.
“Realizo ensayos clínicos, sé la dificultad de lograr que los voluntarios participen”, dijo.
ica