Sorprendido por el impacto mediático en la interpretación de un permiso no explicado, el secretario federal de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño, se reincorporó antes de lo previsto en una reunión de seguridad que se significó por el regreso, derrotado, del gobernador panista guanajuatense Diego Sinhue Rodríguez al redil de la seguridad federal.

Durazo es la cabeza civil de la estructura de seguridad federal que está fortalecida por la participación de las fuerzas armadas bajo criterios de funcionamiento civil en asuntos de seguridad interior. A lo largo de dos años –desde la victoria, aunque con la asignación del cargo un año antes de las elecciones–, Durazo ha sido el arquitecto de la estructura de seguridad y garante de su civilidad, a pesar de los mandos militares asignados.

El problema de las cifras de inseguridad, con oscilaciones de circunstancias, radica en la inflexibilidad presidencial en su modelo de cesar la persecución de narcos y delincuentes y centrarse en el desarrollo social. Sin embargo, el apoyo a comunidades se ha circunscrito a la asignación de efectivo a jóvenes y familias, pero sin intentar un esfuerzo para la reconstrucción del tejido social, político y de Estado.

Las tareas de Durazo no han terminado. Falta la consolidación de la Guardia Nacional, la creación del Sistema Nacional de Inteligencia y la profesionalización de las policías estatales y municipales. La gira presidencial de esta semana por la lonja territorial controlada por los cárteles servirá para obligar a los gobernadores opositores de Guanajuato, Jalisco y Colima a sumarse a la tarea federal de seguridad. La autonomía arbitraria de autoridades locales solo ha servido para dejarles zonas de poder a los cárteles.

Al final de cuentas, la única estructura de seguridad capaz de acotar y replegar al crimen organizado es la seguridad federal al mando de un civil.

 

Zona Zero

  • En su conferencia del miércoles en Guanajuato, el presidente López Obrador hizo un señalamiento interpretativo de alto valor: el número creciente de homicidios dolosos es producto de la batalla entre grupos delictivos por la disputa de territorios. Es decir, tarea de investigación de fuero común, de gobernadores y de alcaldes. Ahí, pues, está la ventanilla de quejas.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

 

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