@guerrerochipres

 

En 1991, desde La Jornada denuncié la autoritaria definición de políticas a secas y de políticas públicas que tenía lugar en el Gobierno de Carlos Salinas de Gortari a través, entre otros, de Jorge Alberto Lozoya Thalman, uno de los más cercanos colaboradores del mandatario entonces.

El tío de Emilio Lozoya Austin, claro, era parte de la élite de personajes poderosos y prepotentes que caracterizaban a un segmento del equipo gobernante de eso que llegó a ser el PRI.

Embajador políglota, Lozoya Thalman decía en privado que el Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol) sería, en vez del PRI, “el verdadero partido del Presidente”, que se reformarían radicalmente las reglas respecto de las iglesias, los campesinos, el Ejército, el sector privado y que se reabriría la historia a favor de un inédito encuentro estratégico con lo global donde no cabían aquellos que el régimen entonces despreciaba en lo oscurito, como él lo hizo entonces en una reunión privada en el INAP, a la cual me permití asistir de incógnito: las izquierdas, los más improductivos, los pobres ineducados.

Después de la aparición en primera plana del desprecio de Lozoya Thalman por el Congreso, la prensa y las instituciones convencionales que eran vistos como obstáculos por la administración salinista, el funcionario fue invitado a dejar su posición dentro de la coordinación del gabinete presidencial y fue enviado como cónsul a Sevilla…a preparar la feria internacional próxima entonces.

Si ha de existir algo como “purificación de la vida pública” de México y “limpia de la corrupción” y si serán dos de los beneficios más grandes que puede provocar la colaboración legal de Emilio Lozoya, según López Obrador, es una oferta interesante la que ahora se debate.

Antes de que el tránsito hacia la Cuarta Transformación fuera completo, cuando el Presidente aún estaba en campaña, la corrupción fue señalada como el origen de la podredumbre nacional; entonces, se prometió que el caso Lozoya sería esclarecido. Hoy, Peña Nieto y Videgaray son algunos nombres que, se especula, destapará el empeño gubernamental y la negociación declaratoria.

En su calidad de testigo protegido, el exdirector de Pemex podría recibir la ayuda integral por parte del Estado, pero estas opciones llegarán bajo el “criterio de oportunidad”, que implica el señalamiento de sus superiores.

El compromiso contra la arrogancia del pasado parece validarse.

Hace tres años ya se había señalado un intento de encubrimiento a Lozoya e incluso en 2016 fue vinculado a los Panamá Papers. Su historia no solamente se remonta a 2012, cuando sirvió como coordinador de Vinculación Internacional en la campaña de Peña Nieto y entró en contacto con el director de Odebrecht en México.

Es probable que la forma de ver el mundo y aprovecharlo hicieron sentir su poder en el México dominado por el PRI.

Estamos ante la promesa de un suceso sin precedentes. Observemos.