Los lamentos de quienes aprovecharon hasta el último suspiro de la vieja administración pública para envenenar a la población son más altos que el daño que han hecho al país. Es decir, los laboratorios farmacéuticos que monopolizaron algunos medicamentos, entre ellos los medicamentos para combatir el cáncer, cuyos precios eran dictados a su antojo, porque simplemente no tenían competencia.
Los representantes de los laboratorios farmacéuticos, como Rafael Gual Cosío, director de la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica, consideró que la compra consolidada de medicamentos por alrededor de 60 mil millones de pesos en el extranjero será un golpe, porque se perderán empleos. Esto quiere decir que el Gobierno federal tiene la obligación de comprar a sobreprecios a los farmacéuticos que encarecen las medicinas a los mexicanos.
Nunca consideraron que sus privilegios terminarían, pensaron que la imposición de precios inhumanos prevalecería por siempre. Los farmacéuticos demuestran con esto que están acostumbrados a chantajear al Gobierno para ganar más de lo que deben. Sin embargo, es absurdo pensar que esos laboratorios sólo elaboren un medicamento o dos, porque se está comprando al extranjero medicamentos que aquí vendían a sobreprecio o de venta condicionada, no se adquiere en el extranjero toda la producción de esos laboratorios, a menos que toda su producción tenga sobreprecio.
El lamento de los representantes de los laboratorios es no sólo injustificado sino chantajista, pero no sólo eso, ahora surge otro grupo de empresarios que se dicen víctimas del actual Gobierno federal, que son las empresas refresqueras.
A raíz de que el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, señaló que los refrescos eran igual que veneno embotellado, empezaron a quejarse porque ellos se dicen susceptibles de quiebra por esa advertencia.
No es la primera vez que se compara a los refrescos embotellados con un arma mortal, incluso con la adicción a las drogas. En primer lugar, porque el inicio de un infarto surge de las bebidas envasadas, que producen obesidad, que llevan a un gasto adicional de los gobiernos en el sector salud superior al que requiere la adicción de las drogas.
Pero ahí no termina el daño de los refrescos embotellados, sino que esa obesidad lleva al infarto y este, en algunas ocasiones a la muerte, la cual en promedio es superior a la de cualquier pandemia, incluyendo el coronavirus.
El Sector Salud tiene la obligación de advertir sobre los daños que produce cualquier producto, desde las drogas hasta los refrescos embotellados, no se trata de sabotear una industria ni de tomar como adversario a algún grupo de empresarios. El Sector Salud cumple con su trabajo advirtiendo el daño de los productos que pueden llevar a la muerte y uno de ellos es el refresco embotellado.
Ni los farmacéuticos monopolizadores de medicamentos ni lo refresqueros creyeron que alguien del Sector Salud fuera a desenmascararlos, siempre fueron cómplices, nunca tuvieron diferencias, al contrario, eran socios.
La salud de los mexicanos es primero para el Sector Salud, eso lo sabemos todos, pero nadie lo había practicado dentro del Gobierno mexicano.
PEGA Y CORRE. – Llegó el fin de los sindicatos simulados. En un par de meses la Secretaría del Trabajo echará abajo todos los gremios sin registro, hay muchos, sobre todo en la administración pública y no se diga en dependencias como Pemex donde cada trabajador parecía tener un sindicato fantasma… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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